María de la Peña quiso trasmitir un mensaje de tranquilidad sobre unos datos económicos que consideró correctos, pero lo cierto es que son muy preocupantes y deben hacer reflexionar a todos los que no quieren entender la realidad de este club. Que se hayan tenido que imputar los cinco millones de Zubiaurre, que no tienen más certidumbre que los que se rechazaron por Xabi Alonso y por los terrenos de Zubieta, demuestra que este club ha seguido viviendo por encima de sus posibilidades con este Consejo y en ningún caso se puede justificar el descenso por el recorte en los gastos, que han sido inabordables. Sólo esos cinco millones, los seis de Diputación y los otros seis aportados por los accionistas en la campaña de ampliación han permitido maquillar la peor situación económica en la que se encuentra este club desde su conversión en SAD. Lo importante es que el Consejo ha aprendido de su error a la hora de creer que la causa de la situación económica de la entidad estaba en lo tontos y dilapidadores que eran los técnicos y consejeros anteriores. Ellos han hecho lo mismo, a escala menor, -han gastado menos, pero también han ingresado menos-, con la diferencia de que con su gestión el club ha bajado en Segunda, algo que por sí solo impide tener cualquier tranquilidad en el plano económico porque es insostenible un presupuesto de 25 millones en esta categoría. La Real debe subir en un plazo máximo de dos años o deberá desmantelar su estructura.

Y debe subir con lo que tiene. Porque ayer, a pesar de que la mitad del presupuesto está por cubrir, se le preguntaba al Consejo si estaba prevista una cantidad para fichar en diciembre para cubrir las carencias que algunos ven en el equipo. Lo que le hace falta a la Real es dinero y asumir que su capacidad de generar ingresos está muy por debajo de las expectativas que rodean al club. Lo que le falta a este club es entender que sólo es viable económica y deportivamente desde una apuesta por la cantera y un número limitado de extranjeros dentro de una premisa fundamental de que siempre se tendrá que ingresar por venta de jugadores más de lo que se gaste en fichajes. Por eso los aficionados deberán entender que no se puede pensar en fichajes externos sino en dar el mayor apoyo a los jugadores que jueguen y presionar para que se marchen en enero aquellos que tienen fichas altas y no juegan. Y justo pasa lo contrario, se desprecia a los que juegan y se endiosa a los que no, como Alvaro Novo o Claudio Bravo, cuando el club necesita la salida en el mes de enero de algunos para que en vez de inventarse trece millones para cuadrar el presupuesto haga falta alguno menos. Y es que en la Real no hay lugar a debates. Sólo hay una fórmula para la viabilidad deportiva y económica del club, la misma que han tenido que elegir los Consejos de Astiazaran y De la Peña tras dos años de pensar que ellos tenían la varita mágica.