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Fede de los Ríos

España es tan diferente...

Un gin-tonic en mal estado, la exposición a una corriente traicionera, los años que no pasan en balde o la suma de esas variables dieron al traste con mi costumbre de visionar por televisión el desfile de las Fuerzas Armadas mientras, repantigado en el sofá, doy cuenta de dos paquetes de pipas de girasol. No ha podido ser y de veras que lo siento. Este año prometía alguna que otra novedad.

A más de uno le parecerá una perversión. Nada más lejos. A mí me encanta ver España por televisión. La Legión, la cabra, los regulares de Melilla con sus gorritos y sus capas, algún que otro obispo, las señoras de los militares con sus peinados esculpidos con laca agitando la rojigualda en una mano y el abanico en la otra, la mirada profunda e inteligente del monarca oficiando la ceremonia, mientras presidente y ministros, en un segundo plano, hacen de monaguillos.

Pues bien, me lo he perdido. Precisamente este año que había competición por ver quién era más español, si Mariano o ZP.

Esta afición me viene de lejos. Tendría unos doce años cuando en los Maristas uno de los hermanos, en vísperas de la festividad del Pilar, nos hizo aprendernos una copla que decía: «Quién al oír viva España, con un viva no responde, si es hombre no es español, y si es español... no es hombre». Aquello quedó anclado en mi conciencia como divisa en lomo de toro. Como quiera que hacía unos meses había presenciado realizar aguas menores a una vecinita en un parque de Iruñea, había entendido que hombres y mujeres nos diferenciábamos la cosa urogenital, dedu- ciendo que aquel práctico colgajo para asuntos de micción caracterizaba a lo denominado como «hombre», no me costó inferir, gracias a la copla, lo que ocurría: A Dios gracias, no era español.

Por eso los 12 de octubre me pongo frente al televisor a ver pasar la cabra. Todos los años ejercito mi autoestima. Año tras año río de contento al ver desfilar a unos militares con bicornios acharolados mientras el presentador insiste en que son civiles con tricornio.

Este año no pudo ser. Así que no sé si apareció la Díez con peineta, Savater de lunares con bata de cola o Martínez Gorriarán vistiendo traje de luces. Y todo por mi mala cabeza, las compañías que frecuento y el no asumir el paso de los años. Eso sí, este domingo no me pierdo la santa misa televisada, con suerte lo será desde la Basílica de Los Caídos.

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