Iniciativas políticas que buscan la solución del conflicto o que persiguen perpetuarlo
Las calles de Euskal Herria han vuelto a ser escenario durante las últimas semanas de las expresiones más crudas del conflicto político que vive este país. Hace apenas diez días, fuerzas policiales españolas tomaban por las armas un pueblo guipuzcoano y la razia culminaba con el encarcelamiento de diecisiete dirigentes de la izquierda independentista. Apenas hace cinco días que una acción armada, cuya autoría recae en ETA según todos los indicios, hería de gravedad al escolta de un representante institucional del PSOE en Bizkaia. Además, han llegado nuevas condenas desde la Audiencia Nacional española contra presos políticos vascos, se han registrado numerosos sabotajes, ha habido enfretamientos entre manifestantes antifascistas y ertzainas... Hechos que reflejan que existe un «combate», como lo ha definido el propio presidente español, en el que se produce «una vulneración de derechos multilateral», como lo ha expresado Pernando Barrena.
No obstante, a pesar de que desde una perspectiva perodística se puedan encajar esas dos reflexiones en una misma línea argumental -cierto es que otros medios se han esforzado en manipular otras palabras de Barrena para que la Fiscalía o el propio Baltasar Garzón aumentaran el número de mahaikides encarcelados-, no sucede lo mismo cuando se analizan los objetivos finales que cada uno de estos dos agentes proyectan en sus discursos políticos de los últimos días. El PSOE ha refrendado con palabras, incluso por boca del propio Zapatero o de Patxi López, que su estrategia tiene en estos momentos la clara finalidad de evitar que la izquierda abertzale siga haciendo política; lo cual resultará paradójico para cualquier observador imparcial puesto que, sin política, el «combate» al que se refiere el líder del PSOE no ha encontrado solución pese a que el Estado español lleva enzarzado en él cerca de cincuenta años.
En cambio, la izquierda abertzale, que insiste en que el Estado español no tiene un problema con ETA ni con las fuerzas abertzales sino con todo un pueblo, ha reiterado que está dispuesta a «seguir adelante con mayor iniciativa política si cabe». Así se recoge en el comunicado que ha difundido la Mesa Nacional de Batasuna -con lo que ello supone en sí mismo- en muchos pueblos de Euskal Herria durante las últimas jornadas. La formación abertzale afirma que ésa será su respuesta a la ofensiva del Gobierno español -«Nos han golpeado duro», indica- porque está convencida de que este país se mueve ya en «coordenadas de cambio político» que enfilan el futuro hacia una solución democrática basada en que «somos una nación y nos corresponde la palabra y la decisión».
Hacia la definición
En la misma nota de la Mesa Nacional se recuerda que «la izquierda abertzale ha realizado un gran esfuerzo en definir y concretar la propuesta para la transición democrática», aludiendo al contenido de la declaración del Anaitasuna, en la que se plantea una autonomía política para los cuatro herrialdes recogiendo el derecho de decisión de sus ciudadanas y ciudadanos, y la de Ustaritze, que implica el reconocimiento institucional de los tres territorios del norte.
En este contexto llegará, en apenas dos días, el esperado encuentro entre Juan José Ibarretxe y José Luis Rodríguez Zapatero. El primero viajará a Madrid con una propuesta muy concreta en cuanto a calendario pero con una profunda indefinición en cuanto al resultado final que cabría esperar de ese guión si pasara a convertirse en una realidad, algo que hay que poner en duda mientras el lehendakari no demuestre que en esta ocasión no volverá a repetir la «escapada» electoral, y electoralista, que protagonizó en 2005 tras el portazo recibido en las Cortes españolas.
Del presidente español poco se puede esperar a estas alturas, más allá de algún gesto de cordialidad hacia Ibarretxe ante las cámaras; lo mismo que hará con Miguel Sanz al día siguiente, también en La Moncloa. Es más, probablemente el PSOE esperará hasta el jueves para intentar recuperar protagonismo a través de planteamientos políticos mientras mantiene la vía represiva activa. Ese día tiene previsto reunirse el Comité Nacional del PSE -difícil de entender fuera de este conflicto político que un partido que no cree en la nación vasca siga designando de esa forma a su órgano dirigente- y, según han avanzado distintos analistas, es de esperar que en ella se refrende una «alternativa a la hoja de ruta de Ibarretxe».
Estos movimientos se van a producir en un contexto preelectoral que ya es más que evidente, pero en el que los cálculos electoralistas no deberían imponerse a los intereses políticos del conjunto de la ciudadanía. Así al menos ha anunciado EAE-ANV su presentación a los comicios de marzo, para impulsar el cambio político en Euskal Herria. Como es lógico, fueran cuales fueran los objetivos finales de la formación ekintzale, su presencia en las urnas influirá directamente en el reparto de escaños, pero eso no debería llevar a otras opciones, como ayer hicieron Aralar o IU, a arremeter contra ANV obviando, la primera, que muchas de sus listas fueron ilegalizadas en las pasadas elecciones de marzo -como ocurrió con la del Parlamento de Nafarroa- o, como hizo la segunda, calificando de «órdago al Estado» el simple hecho de concurrir a las elecciones.