El Parlamento turco da luz verde a la incursión militar en Kurdistán Sur
El anunciado aval del Parlamento turco a una eventual incursión militar contra Kurdistán Sur provocó ayer una escalada de reacciones que refleja lo complejo de la crisis. EEUU volvió a advertir a su antiguo aliado mientras Siria, que tiene su propia minoría kurda, se alineaba sin rubor junto a Turquía. El Gobierno del Irak ocupado llamó a Ankara a una negociación que despierta críticas en sus aliados kurdos del sur.
GARA |
El Parlamento turco aprobó, con la única excepción del partido kurdo DTP (507 votos frente a 19 en contra) la autorización al Gobierno para que permita, «si es necesario» y en el plazo de un año, al Ejército realizar incursiones militares en Kurdistán Sur.
El gubernamental e islamista AKP sumó sus votos -mayoría absoluta- a la oposición kemalista y panturca.
El viceprimer ministro turco, Cemil Ciçek, que defendió la moción, cirscunscribió el objetivo a la guerrilla kurda del PKK y, excusatio non petita..., insistió en que Ankara no tiene pretensión territorial alguna sobre Irak, en el que se inscribe actualmente Kurdistán Sur.
Tras la anunciada aprobación, el presidente de EEUU, George W. Bush, insistió en que «no conviene a Turquía enviar tropas a Irak (sic)».
En la misma línea, la OTAN insistió en pedir mesura a su aliado turco. En llamada telefónica al primer ministro, el islamista Recep Tayip Erdogan, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jaap de Hoop Scheffer, ofreció sus «condolencias» a la sociedad turca por los ataques y atentados del PKK, que han dejado decenas de muertos.
Irak implora, Siria apoya
Horas antes de la votación, el primer ministro del Irak ocupado, el chiíta Nuri al-Maliki, llamó por teléfono a Erdogan y le pidió una «nueva oportunidad» para resolver la crisis con nuevas negociaciones. El premier turco respondió afirmativamente, pero advirtió de que «no toleraremos maniobras dilatorias para perder el tiempo».
Erdogan fue contundente en su reacción horas después de que Turquía lograra el primer apoyo de un país árabe, en este caso Siria. De visita en Ankara, el presidente sirio, Bachar al-Assad, mostró su total apoyo a las amenazas turcas, que calificó como «legítima defensa».
Enemigo de EEUU e Israel -aliados de Turquía-, al-Assad es el primer dirigente árabe en posicionarse a favor de los planes del Ejército turco. Más allá de las paradojas, hay que recordar que Damasco tiene -y reprime- su propia minoría kurda dentro de sus fronteras.
Los kurdos advierten
Mientras al-Maliki mostraba a Erdogan su «completa determinación para acabar con el PKK en territorio iraquí (sic)», los dirigentes de Kurdistán Sur salían al paso de las amenazas y advertían al Gobierno del Irak ocupado contra una eventual negociación sin contar con ellos.
El diputado Mahmud Othman recordó que «en su día propusimos a Turquía una amnistía general a los combatientes del PKK para que pudieran regresar y actuar políticamente, pero se negó». El presidente del Parlamento, Adnan al Mufti, fue más allá y acusó a Ankara de buscar acabar con la experiencia independiente de facto de esta parte del pueblo kurdo.
El portavoz del Gobierno de Kurdistán Sur, Jamal Abdallah, recordó que «todo acuerdo que nos afecte debe ser aprobado por nuestro Parlamento» e insistió en que todo acuerdo entre Bagdad y Ankara debe llevar la firma del presidente del Irak ocupado, el kurdo Jalal Talabani.
Desde París, Talabani apeló a la «prudencia y fortaleza» frente a las presiones de Erdogan, reiteró su oferta de colaboración e instó al PKK a detener su actual ofensiva contra Turquía.
Los kurdos, la mayor nación sin Estado del mundo y troceados en cinco países, han sufrido una historia de traiciones y utilizaciones por parte de los estados vecinos y los imperios coloniales.
«Las montañas son nuestras únicas aliadas», resume el dicho turco la historia de un pueblo situado en una de las líneas de fractura más inestables del mundo, entre los mundos persa-iranio, turco-otomano y árabe.
Hasta finales del XIX, persas y otomanos les dejaban vivir libres aunque les utilizaban como quinta columna en sus planes. Fueron los surgimientos de los nacionalismos turco e iraní los que forzaron a los kurdos a buscar su propia estructuración política.
Más allá de las diferencias, Turquía, Irán, Irak y Siria, con minorías kurdas, han hecho siempre causa común contra los kurdos. Los tres primeros países firmaron en 1937 el Pacto de Saadabad contra«las bandas armadas».
Las grandes potencias de la época, Estado francés y Gran Bretaña, traicionaron al pueblo kurdo y la Sociedad de Naciones abandonó en 1926 su proyecto de reconocer al pueblo kurdo como Estado.
La II Guerra del Golfo y, sobre todo, la reciente invasión de Irak ha supuesto la independencia de facto de Kurdistán Sur que, a cambio, participa en el Gobierno de Bagdad y lo sostiene con sus 53 diputados (sobre 275) en el Parlamento. Ello no impide fricciones, sobre todo en torno a los ingentes recursos petrolíferos en la zona y la capitalidad de Kirkuk, con una importante minoría árabe.
Kurdistán Sur se ha convertido en faro para el resto del pueblo kurdo y los analistas no descartan que Irán se posicione junto a Turquía en esta crisis debilitando, de paso, a EEUU.