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Crónicas

Asier Mendizabal, Artista. Participa en la exposición «Chacun à son goût»

Cuando la redacción de un periódico elige las instantáneas con las que connotará una noticia, asume la subjetividad de la que, en ese mismo acto, descarga al fotorreportero, autor de la imagen. Es una asunción quizá excesiva, pero es una asunción establecida. La lectura unívoca, o peor, sesgada del significado puesto en marcha en una imagen se supone obvia en su uso informativo. Es ventaja del arte, precisamente, el poder problematizar ese carácter unívoco de las representaciones. Complejizar nuestra relación con las imágenes y con los usos que de ellas se hacen. Mantener una distancia que desvele y/o critique los mecanismos ideológicos que se dan por sentados en los usos más prosaicos de la imagen. Imposibilitar el maniqueísmo.

Por eso es tan paradójico que Clemente Bernad, fotoperiodista, deba enfrentarse a las consecuencias de esta interesada e impostada reacción en torno a su trabajo justamente cuando, al aparecer esta vez en el contexto del arte, asume y a la vez desvela las contradicciones de la representación.

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