El problema de la inmigración africana es tratado en «Querida Bamako» mediante una mezcla de ficción y documental. Hay una recreación argumental del viaje iniciado por un joven de Burkina Faso, a la vez que ese seguimiento con actores no profesionales del éxodo hacia Europa se complementa con una serie de testimonios, recogidos entre otros tantos inmigrantes que cuentan sus experiencias reales. Lo que han querido los responsables de la película es encontrar un equilibrio entre esa historia que se cuenta y las voces anónimas que la subrayan y le dan veracidad, sin recargar el conjunto.

Su objetivo ha sido el de informar con criterio, para que el espectador occidental sepa lo que está ocurriendo, la realidad que se oculta tras el aluvión de noticias que asoma a las televisiones con la llegada de grupos de subsaharianos en pateras hasta las costas de Canarias o de Andalucía. El interés de la información documentada prima sobre el de la denuncia o el lamento que no lleva a ninguna parte.

Djédjé Apali encarna a Moussa, que vive en la aldea de Burkina Faso donde nació, mientras que su mujer procede de la capital de Mali, ciudad de la que toma su nombre el título «Querida Bamako».

Juntos tienen un niño llamado Mamadou, pero encuentran dificultades para salir adelante, agravadas por una sequía que impide subsistir de lo poco o nada que da el campo. No sin antes consultar a los ancianos de la aldea, el protagonista decide emprender la larga marcha hacia el norte en un camino lleno de penalidades y sacrificios. A la dureza de tener que dejar atrás un país y una familia, se unen las dificultades propias de un contrabando humano que muchas de las veces acaba en muerte y tragedia.

Se interpretan a sí mismos

En la realización de la película se ha implicado directamente Omer Oké, ex director de Inmigración del Gobierno Vasco, ayudado por Txarli Llorente, que ha puesto el oficio técnico adquirido como asistente de cineastas importantes, entre los que se encuentra Julio Medem. Oké es un africano que ha tenido la suerte de estudiar en Europa, pero que ha trabajado el problema desde dentro, al igual que ha sucedido durante el rodaje de la película, con el hallazgo de figurantes que no han hecho más que interpretarse a sí mismos, como inmigrantes que han sufrido en sus propias carnes la larga travesía del desierto hasta llegar a una falsa tierra prometida, donde los sueños raramente se ven cumplidos.