GARA > Idatzia > Kolaborazioak

Tere Sáez Técnica de Igualdad y coordinadora de Andrea

Supervivientes

Como supervivientes debemos celebrar la vida, valorar lo que tenemos como seres humanos e intentar que todas las personas puedan tener, también en esta materia, igualdad de oportunidades

Hace siete años me encontraba en Nueva York, asistiendo a la primera Marcha Mundial de las Mujeres. En ese momento ya sabía que me tenían que operar de un tumor maligno que se había extendido también a algún ganglio. Pero no era para nada consciente del significado de esa noticia en mi vida

Siete años después, casualidades de la vida, vuelvo a estar en EEUU, en Boston, y me he reencontrado con el asunto al pasear por la explanada, un lugar maravilloso para disfrutar de la naturaleza en plena ciudad. Allí he empezado a ver personas con camisetas, chapas, guantes, bandas... en las que se apreciaba el lazo rosa y los lemas «superviviente» y «todas las personas podemos hacer algo por el cáncer de mama». No he podido por menos que alegrarme al comprobar que en todo el mundo hay sensibilidad ante el tema y, sobre todo, muchas personas trabajando por ello. Y, cómo no, volver a recordar los casi siete años pasados desde mi operación y pensar en esa palabra que portaban muchas mujeres en banderolas: «supervivientes».

Eso es lo que en realidad hacemos, sobrevivir a la ansiedad, miedo, angustia, impotencia, rabietas, dudas, pruebas, dolores, caídas de pelo, kilos de más, horas en hospitales para revisiones y más revisiones, listas de espera, inapetencia y vómitos. A la mirada de la gente clavada en tu pecho cuando te preguntan «¿ qué tal?». Al estereotipo que esta sociedad nos pide continuamente en relación con la imagen y con tener una, dos o ninguna teta. A la sensación de no sentirse deseada. Al terror a quedarte sola y que nadie te cuide. A la duda de cómo reaccionará tu familia, amistades y la persona que te acompaña sentimentalmente. A los dolores de huesos o el brazo que se hincha de vez en cuando. A las pastillas de todos los días y durante años. A la muerte de amigas y compañeras que se han quedado en este camino. Al miedo instalado en las personas acompañantes... En definitiva, sobrevivir a un impacto o shock en tu vida, que te sitúa con la muerte, pero también con la vida, haciéndotela apreciar y mirar de otra manera, ayudándote a comprender el sentimiento de pertenencia, autoapoyo, ayuda, solidaridad, amor, amistad... y la importancia de continuar hacia adelante, cada cual a su manera, pero caminando, haciendo camino con el resto. Y también a asumir la muerte como parte de la vida. Por eso, como supervivientes, debemos celebrar la vida, valorar lo que tenemos como seres humanos e intentar que todas las personas puedan tener, también en esta materia, igualdad de oportunidades. Que la investigación avance y que se democratice para todas. Que los tratamientos sean cada vez menos agresivos. Que la sanidad no nos trate como defectuosas o víctimas. Que nos mire como a seres autónomos, con capacidad para decidir sobre nuestras vidas. Y, como he manifestado más de una vez, que una teta más o menos no decida el resto de nuestra vida.

Y precisamente por encontrarme en Boston he podido apreciar la cantidad de gente joven que está investigando en el tema del cáncer, lo que debe alegrarnos colectivamente, pero insisto: que la igualdad de oportunidades sea real, tanto para las mujeres investigadoras en este tema como para que las mejorías que se consigan distribuidas para todas y en todo el mundo.

Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo