Hace poco se han desvelado las conversaciones que mantuvieron el ex presidente español, Jose María Aznar, y el presidente americano, George Bush, en torno a la política internacional y los conflictos en Oriente Medio. La sumisión perruna de Aznar ante el Gobierno norteamericano contrasta con su política arrogante e impositiva con los nacionalistas vascos y catalanes.

El señor Aznar llamó «proyecto fantasmagórico» a la nación vasca. Un sujeto que es capaz de apoyar una guerra genocida como la de Irak mientras se fuma un puro con los pies encima de la mesa jactándose de hablar cara a cara con el emperador yanqui es capaz de cualquier cosa.

Pero no están solos los neofranquistas en su campaña contra los derechos nacionales de Euskal Herria. Tienen la ayuda del PSOE. La degradación ética del sistema político español es correlativa a la de la masa social votante de esos do partidos. Al votante del PP le caracteriza una concepción fanática de España, militarista, incapaz de resolver los conflictos dialogando, fundamentalista en lo religioso y una apuesta decidida por la represión, mientras que la mayoría de votantes del PSOE se caracteriza por su americanismo disimulado, anticomunismo (no leen a Marx, prefieren a María Teresa Campos), laicismo mal entendido, sentimientos anticristianos y apego a la cultura hedonista.

Conservadores y progres son dos caras de la misma moneda. La «crisis» abierta en el Estado español no es sólo territorial, es también ética. Euskal Herria no tiene futuro con esos dos partidos cuyas bases sociales (y no sólo sus dirigentes) han perdido el sentido de la rectitud y de la moral. Que tengan claro PP y PSOE que Euskal Herria camina hacia su liberación.