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Josemari Alix Trueba

Bittor de Olaeta

Decía Lidetxu: «El que quiere a la col quiere a las hojitas de alrededor». Bittortxu me tenía un poco de manía. Le comprendo, el ideal de todo solterón es vivir con una hermana soltera y, en este caso, una hermana adornada con todas las virtudes que adornaban a Lidetxu

Nunca me había fijado, pero ahora, escribiendo estas líneas, contemplo la fotografía de Lide y me doy cuenta de que se parecían bastante: la misma cara, el mismo gesto determinado, de alguien que sabe lo que quiere y que trabaja por conseguirlo. Y ambos se parecían a Segundo. Segundo, el valiente y sencillo director de la banda de Gernika; Segundo, el valiente y sencillo creador del Elai-Alai, fundador en Ipar Euskal Herria de varias academias de danza; Segundo, revitalizador del folclore vasco en su forzado exilio en nuestras provincias de Ultrapuertos, el que se atrevió, con la preciosa ayuda de Rosario Torrezuri y de Gabino Seijo a hacerse cargo de 40 niños y meterse en el bolsillo a toda la intelectualidad francesa. La semilla de Segundo fructificó hermosamente en Rosario dando nacimiento a estos dos seres.

Sí, comprendo a Bittortxu y que me tuviera manía por hacerme culpable de que su hermana viviera conmigo. Bittortxu era un poco dictador, pero comprendo que era necesario para mantener la disciplina entre toda la tropa que tenía a su cargo para introducirles en el mundo etéreo de la danza, para formar parte de ese querido ballet que entre Lide y Bittor han paseado en triunfo en su aventura americana. Y, sin embargo, un día que le llamé enérgicamente la atención por alguna salida de tono, ¡oh, milagro! ¡Se hizo profundamente amigo mío! Cambió radicalmente hacia mí su actitud, probando así la nobleza de su alma.

Cuando Lourdes me comunicó la triste nueva de su muerte me encontraba con la peña del Athletic de nuestro pueblo, Karrantza, camino a Valladolid. Nunca lo hubiera creído, pero me puse a llorar delante de todos mis compañeros. Me acordé de las palabras de nuestra profesora de yoga : «Si tienes ganas de reír, ríe; si tienes ganas de llorar, llora», y lloré, y he vuelto a llorar escribiendo estas líneas y mirando las fotos del Elai-Alai con los hermanos Olaeta, preciosa saga familiar y honra de la danza vasca, que es una danza universal y, por cierto, se halla insumida en la danza clásica. Descansa en paz, Bittortxu maitea.

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