Ipurua vivió ayer una historia conocida. Como sucediera frente al Sevilla Atlético, el último minuto de partido resultó letal. En aquella ocasión, el filial hispalense se llevó los tres puntos y esta vez el Eibar pudo al menos salvar uno. Pero el sabor de boca, teniendo en cuenta que los azulgranas habían tenido que esforzarse más que de costumbre para remontar un gol tempranero del Salamanca, fue igualmente agrio.

Una pena porque el cuadro guipuzcoano fue mejor que su rival durante buena parte del encuentro y tuvo ocasiones suficientes como para dejar el asunto sentenciado. Pero también lo fue porque los dos goles visitantes llegaron en una faceta en la que, hasta ahora, el Eibar se había mostrado por encima de sus rivales. Postigo y Catalá marcaron ayer de cabeza, con acierto por su parte -sobre todo en el segundo gol- pero también con desacierto por parte local, especialmente en el primero, que el delantero charro pudo rematar sin oposición alguna.

Afortunadamente, y pese a que todo quede siempre supeditado al marcador final, los aspectos positivos volvieron a superar a los negativos. Si el partido se hubiese decidido a los puntos, de hecho, el triunfo se habría quedado, probablemente, en casa.

Y eso que la cosa se puso fea nada más empezar. A los siete minutos de partido, David centraba desde la derecha y nadie podía impedir que Postigo anotase el 0-1.

Al Eibar le costó algunos minutos sacudirse el disgusto, pero en cuanto llegó el empate se adueñó del partido. Manel peleó bien un balón para centrarlo desde el córner derecho y Altuna, en estado de gracia, devolvió las tablas al marcador.

A partir de ese momento, el balón apenas salió de la parcela visitante. Bien porque el empate, en su situación clasificatoria, podía darse por bueno, bien porque el Eibar no le dejó, pero lo cierto es que el Salamanca no volvió a acercarse a Herrera en todo el primer tiempo.

A Alberto, por contra, le sobró el trabajo, con un rival que buscó la remontada con convicción. Capitaneados por un gran Altuna, los azulgranas acumularon ocasiones, más o menos claras, aunque acabó marchándose al descanso con la igualada.

Remontada

No cambió el panorama tras el descanso, aunque con el paso de los minutos, y el comprensible desgaste a cuestas, al Eibar le fue costando cada vez más acercarse con claridad al área charra. A cambio, Manu Herrera seguía viviendo con tranquilidad su debut en Liga con un Salamanca que sólo fue capaz de crear peligro en una contra que Postigo remató fuera.

Pero los armeros no perdieron la fe y su premio acabó llegando. Lo hizo mediado el segundo tiempo, en un contragolpe bien llevado por Altuna que culminó Yagüe, apenas siete minutos después de saltar al campo.

Con lo visto hasta el momento, la victoria parecía asegurada y ese fue, quizá, uno de los problemas. Porque, a trancas y barrancas, con pelotazos o a balón parado, pero el Salamanca empezó a recortar metros sin que los eibarreses fueran capaces de cortarle las alas.

Lo acabaron lamentando por culpa, también hay que decirlo, de un alarde de efectividad del rival que, en su tercera ocasión, marcaba su segundo gol. De nuevo fue un centro desde la derecha el que permitió que Catalá, que había subido desde la defensa en unos últimos minutos a la desesperada, anotase el definitivo empate, dejando Ipurua congelado.