Los navarros naufragaron durante la primera hora, pero los cambios obraron el milagro de repescar, al menos, un punto
Dady y la afición rojilla, al rescate
A falta de menos de veinte minutos para la finalización, la escuadra navarra perdía 0-2 ante un Valladolid que fue dueño y señor del encuentro en sus primeras dos terceras partes, pero el caboverdiano salió desde el banquillo para aprovechar sus dos oportunidades
OSASUNA 2
VALLADOLID 2
Natxo MATXIN | IRUÑEA
Diez minutos le bastaron a Osasuna para conservar la honrilla de seguir invicto en su feudo, lo que no oculta el desastroso partido que firmó durante la primera hora. Estaban advertidos los rojillos de que el Valladolid iba a venir a morder y, sin embargo, se dejaron zarandear ante su público quien, dicho sea de paso, tuvo buena «culpa» de la remontada.
La afición y los cambios. Suplentes que reclaman a gritos sustituir a titulares que se merecen un descanso fueron los que crearon, en apenas diez minutos, dos goles que trajeron consigo un empate que supo a gloria tras lo visto en las dos terceras partes del choque.
Dady, el ejecutor, Vela y Font, sus compinches, trituraron en ese intervalo de tiempo, con su manual de juego directo y apertura a bandas, a un conjunto castellano que ya se las prometía felices por recuperar la senda del triunfo y que, hasta llegado el minuto 70, había transmutado El Sadar en el Nuevo Zorrilla con su anticipación y poderío.
Osasuna ofrecía la imagen de la desesperación -más de una hora para ver dos remates con cierto sentido, ambos de Pandiani- ante un rival que, a esas alturas, ya campaba a sus anchas en el marcador merced a su mejor hacer sobre el césped generando ocasiones sin prisa pero sin pausa y terminando por materializarlas en momentos clave que daban a entender para el común de los mortales que, tras los dos goles de Rubio y Sesma, el envite estaba finiquitado del lado visitante.
El carrilero izquierdo canario, un trotamundos del fútbol estatal, fue una auténtica pesadilla para la zaga rojilla. Un Izquierdo agarrotado y lento lo padeció especialmente en su zona y nunca consiguió pararlo, sino a base de faltas.
Tampoco les fue mejor al resto de pupilos de Ziganda que en la grada debió reconcomerse los hígados al ver el «espectáculo» que estaban brindando los suyos. Los pivotes rojillos no conseguían parar a un escurridizo Kome y sus homónimos en el lado contrario hacían su trabajo a la perfección. Definitivamente, el Valladolid estaba metido en el partido, sabía lo que se jugaba, y los propietarios del terreno de juego daban la impresión de estar como a mil ki- lómetros de distancia.
Cambios con acierto
Hasta que llegó el momento decisivo de los cambios. Lo que acontenció después fue sencillamente que Ziganda acertó de pleno y Mendilibar, justo al contrario. Con nada que perder -dos goles se antojaban un abismo- el de Larraintzar dio rienda suelta al poder ofensivo del banquillo y la jugada le salió casi redonda, pues no hay que olvidarse del carácter casero de la igualada.
Las conclusiones que haya podido extraer, visto el resultado, a buen seguro que se las reservará, pero no se apartarán mucho de la idea de que el equipo necesita de la presencia de un pivote ofensivo -en este caso le tocó a Font interpretar ese papel- si se quiere llegar a la portería contraria con ciertas garantías de éxito y de que hay savia nueva con la suficiente calidad como para hacer tambalear a las vacas sagradas del inicio de temporada.
Quienes vieron en la figura de Dady una reencarnación del «Chengue» Morales, dando especial prioridad al apartado de sus carencias futbolísticas, están ahora obligados a hacer propósito de enmienda con el que ya es pichichi de la escuadra navarra en los cuatro ratos que ha podido jugar.
No estaría de más que repasasen alguno de los videos con los goles que hizo la pasada campaña en Portugal para constatar que la anticipación en el salto de cabeza y la facilidad técnica con la que superó la salida en falso de Alberto no son fruto de la casualidad.
Como tampoco lo es la destreza con la que un imberbe mexicano puso varios centros desde la izquierda en el tramo final del encuentro. No transcurrió ni un minuto de su presencia en el campo para que Vela firmara una asistencia de gol, toda una declaración de intenciones.
Una pena que la voltereta no se materializara, entre otras razones por la actitud inexplicable de algún jugador que debería ser consciente de que su profesionalidad lleva implícito saber contenerse para no dejar a su equipo en inferioridad.
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El técnico rojillo, José Angel Ziganda, lo tuvo claro a la hora de adjudicar al responsable de la remontada del equipo. «Tenemos un público impresionante, en condiciones normales y en cualquier otro sitio, con el espectáculo que estábamos dando esto hubiese sido una jauría. Pero ellos han seguido animando y nos han metido en el partido», indicó.
Aunque también otorgó su bien merecida parte de protagonismo a los suplentes, a quienes había comentado antes del partido que iban a jugar «porque están preparados y entrenando bien». «Ahora, si no les pongo, es culpa mía. Y si lo hago, que sigan jugando igual», especificó.
El de Larraintzar no encontró explicación a la pésima imagen ofrecida por sus pupilos durante la primera hora, en la que «ellos han sido muy superiores, muy metidos, ganándonos todas las disputas y segundas jugadas», lo que ha ido provocando un efecto más dañino, que «poco a poco, nos hayamos ido viniendo abajo mentalmente».
El míster osasunista no dejó pasar la ocasión para volver a ponerles las pilas a los suyos, recordándoles en qué nivel competitivo se hallan inmersos. «El Valladolid es el antepenúltimo y ya hemos visto cómo juega al fútbol, aprieta y presiona. Es lo que se nos viene encima a partir de ahora, lo que venimos diciendo y nos lo tenemos que creer».
Ni tampoco para mandarle un «recadito» a Corrales. «Me preocupan las expulsiones -el tercer encuentro consecutivo en que Osasuna no acaba con los once-, hay detalles en los que tenemos que ser más serenos. Es verdad que uno está a doscientas pulsaciones, pero nos encontrábamos en una situación delicada después de empatar a dos. Tenemos que corregir y mejorar en ese pequeño gran detalle».
N.M.
Quique Corrales se perderá, como mínimo, los dos próximos partidos ligueros, ya que el acta arbitral redactada por Paradas Romero recoge que el lateral andaluz se dirigió con graves insultos a su asistente en el minuto 79, motivo por el que le enseñó la tarjeta roja directa.
A pesar de estar a punto de conseguirlo en el día de ayer, el Valladolid seguirá firmando una negra trayectoria en sus visitas a El Sadar, donde no ha ganado nunca. La única victoria liguera sobre Osasuna lejos de su estadio se produjo en un encuentro que los rojillos se vieron obligados a disputar en Mendizorrotza.