Viaje al órgano más complejo del cuerpo humano
El banco de cerebros liderado por la UPV espera 40 donaciones anuales
¿Qué mejor manera de estudiar el cerebro de un esquizofrénico o de un suicida que disponer del «corpus» de la enfermedad? Es el cometido del banco de cerebros que un equipo de investigadores de Medicina de la UPV-EHU coordinará en el campo de las enfermedades mentales a nivel del Estado español. Comenzará a funcionar en cuatro años, pero hasta entonces necesitarán del altruismo de los familiares de los enfermos para donar postmorten sus cerebros.
Joseba VIVANCO | LEIOA
Han transcurrido ya unos meses desde que en marzo la UPV-EHU anunciara que su Facultad de Medicina había sido designada como coordinadora del primer banco de cerebros de enfermedades mentales del Estado español, de los que apenas hay una docena similares en todo el mundo, tres de ellos en Europa. «Fue una avalancha de medios de comunicación. Las televisiones venían aquí, recuerdo, buscando cerebros y lo único que podíamos mostrarles eran pequeños trocitos en tubos de ensayo que son con los que hacemos las investigaciones. Para sacar un cerebro tuvieron que irse a Anatomía», recuerda con humor ahora Koldo Callado, profesor de Farmacología y uno de los integrantes del equipo que gestionará el futuro banco.
El estudio de cerebros de donantes que padecieron algún tipo de enfermedad mental no es algo nuevo para el equipo de investigadores de neurosicofarmacología que lidera el catedrático Javier Meana. Hacia 1985 comenzaron a recabar muestras de cerebros «enfermos», en una labor en la que han contado con la colaboración del Instituto de Medicina Legal del País Vasco. Su sala de congeladores almacena a 80 grados bajo cero en torno al medio millar de muestras. La posibilidad de disponer de cerebros completos supone ahora un salto cualitativo enorme.
«Poder disponer de algo tan preciado como es el corpus de la enfermedad que estás investigando es muy alentador. Hasta ahora recogías muestras de cerebros o pedías que te enviaran alguna desde un banco de EEUU. Pero disponer de un cerebro completo te da la posibilidad de contar con muchas muestras para otras tantas investigaciones», explica Callado.
Además, no hay que olvidar que acompañando a ese cerebro llegará el historial clínico y personal del propio donante, lo que ayudará más al estudio.
Una veintena de grupos de investigación en todo el Estado español se verán beneficiados gracias a este proyecto de banco que acordó el año pasado el Ministerio de Sanidad dentro de la Red de Enfermedades Mentales y Trastornos Afectivos y Psicóticos. La iniciativa sólo acaba de echar a andar y no será hasta dentro de cuatro años cuando puedan sentarse las bases de lo que será un prometedor campo de investigación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó hace unos años de que trastornos mentales como la depresión pueden llegar a convertirse en 2020 en la segunda causa de discapacidad. En el Estado español, se advirtió hace unos días, una de cada seis personas sufrirá durante su vida un proceso de depresión. Las enfermedades mentales y las neurodegenerativas cada vez se consideran más una epidemia y la sociedad empieza a ser consciente de ello. Quizá por esta razón los impulsores de este banco de cerebros confían en la buena disposición de los familiares de los enfermos para proporcionar las muestras que se requerirán en el futuro.
«Un programa de donación de cerebros precisa una fuerte participación social e incluso campañas de concienciación directamente con asociaciones de pacientes. Y cualquier difusión que se haga de este asunto en los medios de comunicación tiene una repercusión inmediata, en la que recibimos numerosas llamadas», insistía el propio cabeza visible del proyecto, Javier Meana, en el Congreso de Psiquiatría recientemente celebrado en Santiago de Compostela. «De este modo, la investigación de patologías tan graves como la depresión, el síndrome bipolar o la esquizofrenia podrán seguir avanzando», añadía.
Precisamente, durante los próximos meses una de las labores será la de conseguir el apoyo y la colaboración de las asociaciones de pacientes, así como atar todos los procedimientos legales para una donación de este tipo. De igual modo, se deberán establecer todos los protocolos de actuación pertinentes, de manera que la extracción, ya tenga lugar en un hospital vasco o en uno madrileño, se haga de igual manera en todos los casos.
La pregunta en un proyecto así se antoja inevitable: ¿Qué previsión de donaciones manejan? La respuesta no es sencilla: «Dependerá de la gente que vaya donando, porque una cosa es que sea donante y otra que muera en cinco, diez o veinte años. Pero calculamos que al año podríamos recibir en torno a cuarenta o cincuenta cerebros, aunque será difícil llegar a todos», responde Koldo Callado. Una cifra que viene marcada por las estadísticas de suicidios, y es que buena parte de esos cerebros y las muestras disponibles ahora provienen de enfermos que acabaron de esta trágica manera.
En el siglo XXI, el cerebro sigue siendo aún el gran enigma que el ser humano intenta desvelar, opina acertadamente el divulgador científico Eduard Punset, autor de varios libros que tiene al cerebro como núcleo de sus pensamientos. «La cantidad de interrogantes que suscita el cerebro y su manera de funcionar es infinita», añade.
El profesor Callado coincide en ese extremo. «Estamos hablando del organismo más complejo del cuerpo humano. Cuando a alguien le duele una pierna, podemos hacernos una idea de por qué le duele, pero si alguien te dice que recibe señales de Jesucristo para que haga tal cosa, se nos hace difícil de entender», pone de manifiesto.
Es, sin duda, el cerebro el órgano del cuerpo más estudiado en las últimas décadas y, a la vez, el que mayores desafíos sigue planteando a los científicos. «Quizá por eso mismo su investigación es un desafío tan apasionante», apunta este experto de la UPV-EHU.
¿Qué lleva a alguien al suicidio? ¿Por qué uno escucha voces? ¿Cómo es posible que una persona con una vida aparentemente normal caiga en una depresión? Responder a preguntas como éstas es el viaje al cerebro al que numerosos investigadores en todo el mundo se han subido.
Hasta la fecha, a pesar de los enormes avances, la artillería farmacéutica contra los trastornos de la mente no van más allá de que el paciente se sienta mejor. «Lo que hacemos con los fármacos actuales es parchear, porque llegan hasta donde llegan y encima uno de cada tres enfermos no responde a ellos», reconoce Koldo Callado. «Lo difícil es curar y, sobre todo, prevenir, y ahí todavía no hemos llegado porque es muy difícil saber qué pasa en el cerebro», concluye.
Hurgar en el cerebro humano en busca de las respuestas a los terremotos que sacuden la mente del ser humano es el objetivo de este banco. Y para lograrlo hacen falta cerebros.
Es catedrático de la UPV-EHU y jefe del Servicio de Neurología del Hospital de Cruces y uno de los especialistas vascos más respetados en este campo del estudio del cerebro.
¿Hasta qué punto el conocimiento del cerebro humano sigue siendo incierto?
El cerebro es probablemente el órgano sobre el que más se investiga y del que más se conoce. El problema es que su complejidad funcional es infinitamente mayor que la de cualquier otro y, por mucho que se avance, el camino que queda por recorrer es inmenso.
La OMS advierte sobre la epidemia que serán en este siglo las patologías mentales. ¿Es posible corregir esa tendencia?
La impresión es que algunas de ellas, como las adicciones o la depresión, se están incrementando y es posible que, al menos en una parte, esas enfermedades estén provocadas o facilitadas por malos estilos de vida en la sociedad actual, por lo que se podrían prevenir. Desgraciadamente, algunos estilos de vida que se están haciendo muy populares, especialmente entre los jóvenes, son perniciosos para el cerebro. Según el Gobierno Vasco, cerca del 30% de los jóvenes se emborracha los fines de semana; sin contar el consumo de otras drogas. Las consecuencias de ese abuso para las dos funciones principales del cerebro, la cognición y la conducta, son de la máxima gravedad y están en la base de muchos fracasos en los estudios, accidentes de tráfico, embarazos no deseados, etc. Un 10% de los jóvenes que abusan del alcohol u otras drogas serán adictos en el futuro.
¿Será posible algún día lograr sanar a ese enfermo mental, incluso prevenir esa enfermedad?
Prevenir las enfermedades es el deseo de todo médico. Pero en el campo de las enfermedades cerebrales es un objetivo a medio plazo inalcanzable.
¿Disponemos de armas con las que prevenir la aparición de estas enfermedades mentales?
Depende de qué tipo de enfermedades mentales. Algunas siquiátricas, por ejemplo la esquizofrenia, tiene difícil prevención porque no se conoce la causa. De las neurológicas tampoco se pueden prevenir las degenerativas, igualmente de causa desconocida como el Alzheimer. Existen datos de que una reserva cerebral mayor derivada de una educación superior puede disminuir los efectos de la enfermedad, pero no la previene. Lo que sí se puede prevenir es el efecto devastador sobre el cerebro de los malos hábitos tóxicos y de factores de daño vascular como la diabetes, la hipercolesterolemia y, sobre todo, la hipertensión arterial. La hipertensión es el principal enemigo del cerebro y es la causa de muchas demencias. Ya lo dijo el proverbio clásico: «Mens sana in corpore sano».
J.V.