SITUACIÓN DE LOS PRESOS POLÍTICOS VASCOS
La cárcel de Puerto-III destaca por el aislamiento extremo
No lleva ni cuatro meses en marcha, pero ya son seis los vascos que han sido destinados a la recién inaugurada cárcel de Puerto-III. Una nueva prisión en la que son sometidos a controles permanentes y restricciones continuas de comunicación. Dos de ellos, Unai Parot e Iñaki Bilbao -hospitalizado por una huelga de hambre y sed- únicamente tienen contacto con los carceleros.
Gari MUJIKA-Ramón SOLA
El pasado 7 de junio el ministro español del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, y la directora general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, vendían, mediante un tour ofrecido a los medios gráficos, las buenas instalaciones y las inmejorables condiciones en las que se iba a albergar a más de 500 presos (70 de ellos en aislamiento) en la nueva cárcel gaditana de Puerto-III. Ensalzaron el objetivo de «reinserción social» que dicen tiene la prisión, y destacaron que la creación de esta nueva prisión podría paliar la situación de la población reclusa de Andalucía, ya que en la actualidad 1.800 de sus 13.000 presos cumplen condena fuera de la comunidad autonómica. El objetivo sería, según se difundió entonces, descongestionar cárceles como Puerto-II o Botafuegos. No obstante, la realidad dista mucho, demasiado, del peculiar reality show de Rubalcaba y Gallizo; cuando las cámaras se fueron algunas cuestiones quedaron al descubierto. Por ejemplo, que algunos presos políticos vascos han ido a parar a estos módulos de aislamiento extremo de Puerto-III, que distan nada menos que más de 1.100 kilómetros de sus domicilios. Uno de ellos, el lezamarra Iñaki Bilbao, se ha declarado en huelga de hambre y sed por las condiciones carcelarias y desde el miércoles se encuentra hospitalizado por este motivo.
Según han descrito los presos vascos recluidos en este penal (el tercero levantado en la provincia de Cádiz), el edificio cuenta con un módulo exclusivo para los reos en régimen de aislamiento; el denominado número 15. El módulo tiene a su vez ocho galerías de aislamiento, de las que algunas son destinadas para los incomunicados en régimen cerrado: es decir, sólo mantienen contacto con los carceleros. Con nadie más. Queda únicamente la opción de tratar de comunicarse a gritos, porque incluso salen a patios diferentes, según han denunciado otros presos de esas galerías. Iñaki Bilbao -ahora en el hospital tras haber pasado por la enfemería- y Unai Parot son los dos vascos que están sometidos al citado régimen.
Un preso por galería
Un análisis de las denuncias públicas efectuadas por diferentes presos en los últimos días evidencia que en Puerto-III se está aplicando una fórmula de aislamiento extremo con tintes casi experimentales. El módulo de aislamiento cuenta con ocho galerías, y todas están ocupadas, «pero no te lo pierdas: cada una por un solo preso», explica a un amigo un anarquista allí encerrado, mediante una carta que ha sido difundida por internet. A día de hoy sólo habría en ese módulo ocho presos, tantos como galerías; dos de ellos son Parot y Bilbao, y otro el citado anarquista, que no duda en definir la cárcel como «el Guantánamo español».
Txemari Dorronsoro y Karlos Apeztegia, en cambio, se encuentran encerrados en la misma celda; y Antxon López Ruiz y Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, en otra. Pero estar juntos no les exime del duro régimen interno al que les someten los carceleros españoles: Empezando por la mañana y continuando a lo largo del día, los vascos son some- tidos a cacheos mediante raqueta eléctrica, con las manos y haciéndoles pasar por el arco electrónico habitual en los accesos a las prisiones.
Otro aspecto a destacar es que en Puerto-III no se observan mejoras de las condiciones obtenidas en algunas prisiones como consecuencia de las protestas y luchas llevadas a cabo por los prisioneros políticos vascos. A modo de ejemplo, en la nueva cárcel gaditana son obligados a ponerse en pie para el recuento.
Otras de las imposiciones adquieren tintes ciertamente surrealistas. Además de las pocas cosas que les permiten tener en la celda, éstas solo las pueden guardar de dos en dos. Es decir, solo pueden tener dos camisetas, dos libros, dos pares de calcetines... Y esos objetos se reducen a los más elementales; a nada más. Cuentan con un depósito en el que almacenan las pertenencias de cada uno, y que visitan una vez a la semana para coger otras, pero siempre de dos en dos. La mayoría de las pertenencias tienen que ser adquiridas en la propia cárcel.
Cuatro funcionarios en la visita
La energía eléctrica, eso sí, corre a cargo del Estado español. Askatasuna ha denunciado que a los presos se les niega incluso la luz solar, debido a que en todas las celdas de Puerto-III hay instaladas unas chapas metálicas que impiden el paso de luz natural. Afortunadamente, cuenta uno de los presos, en Puerto de Santa María no hace mucho frío, lo que aminora el efecto de la ausencia de los rayos. Esos calabozos, por otra parte, son registrados cada día por los omnipresentes carceleros, que custodian de cuatro en cuatro a los vascos cuando acuden, por ejemplo, a la comunicación con sus abogados.
Las diminutas dimensiones de los patios es otro de los aspectos reseñables de esta prisión, que ha sido presentada por el Gobierno del PSOE poco menos que como un moderno hotel penitenciario. Los patios se encuentran, además, cerrados por redes en la parte superior. En el caso del módulo de aislamiento, su extensión se reduce aproximadamente a nueve pasos de ancho y dieciocho de largo, según explican los presos. Uno de ellos relata irónicamente que «está complicado correr en ellos, aunque no es imposible».
El Colectivo de Presos Políticos Vascos conoce de sobra a la persona que ha sido elegida para llevar las riendas de la cárcel. El director de Puerto-III, Francisco Sanz, lo fue con anterioridad también de las prisiones de Salto del Negro, Puerto-II y Huelva.
Iñaki Bilbao Goikoetxea seguía ayer en el hospital de Puerto Real, sin que a lo largo de la jornada se difundieran nuevos datos sobre su estado exacto de salud. Algunos medios definieron su situación como «estable» después de que el miércoles fuera alimentado forzosamente por orden judicial, sin que el preso de Lezama se opusiera a ello según informó Askatasuna.
Fuentes de Instituciones Penitenciarias han elevado hasta los 20 kilos la pérdida de peso experimentada por el prisionero en los nueve días de huelga de hambre y sed que habían transcurrido hasta el miércoles, aunque no hay confirmación de ello desde su entorno. A consecuencia, afirmaron que presentaba una fuerte deshidratación y un padecimiento hepático que hizo que el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria determinara su traslado al hospital. Allí, siempre según fuentes oficiales, anteayer fue hidratado y se le comenzó a suministrar alimentación parenteral (por sonda) forzosa. Estas fuentes oficiales confirmaron la información de Askatasuna, que avanzó en la noche del miércoles que aunque el preso no se opuso a ello, dejó claro su intención de continuar con la protesta.
El ministro de Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, fue interpelado ayer sobre la situación del preso vizcaino en el transcurso de una rueda de prensa convocada en Madrid para hablar de la sentencia sobre el 11-M. Rubalcaba respondió de modo escueto: se limitó a indicar que el Gobierno español tratará a Iñaki Bilbao «como corresponde en un Estado de Derecho que respeta la vida» y en función de lo que vayan decidiendo los tribunales.
El dirigente de EA Rafa Larreina, por su parte, consideró en una entrevista a Radio Nacional de España que «siempre preocupa» una situación como ésta desde un punto de vista humanitario, «aunque muchas veces esos presos no hayan tenido en cuenta esas razones humanitarias», matizó a continuación. Larreina añadió que a partir de ahora «es obligación de un sistema de derecho democrático velar por ese tipo de condiciones que afectan a la salud para que se respeten esos mínimos de dignidad en los que debe desarrollar una persona su enfermedad».
En Lezama, la localidad natal del preso encerrado en Puerto-III, anteayer se realizó una concentración en la que participaron unas 50 personas y se anuncian movilizaciones para los próximos días. Además, por los presos ayer tarde salieron a la calle 45 personas en la Txantrea y 26 en Durango.