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Xabier Silveira Bertsolari

Combate entre raperos

Vuelve, vuelve la policía acosando noche y día. Con sus cascos, peloteros, con su andar de pistoleros. Vuelven y se llevan a la peña por la cara, cualquier escusa les vale pues nadie les dice nada. Te tiran la puerta, te entran en casa y te llevan a Madrid, a ver qué pasa. Antes era inquisición, ahora constitución; sí. Sí.

Marlaska, más grande que nunca, se está ganando a pulso un aumento de minuta o, tal vez, al ser juez, se sube el sueldo él, como el rey. No sé, no sé si lo increíble él se lo podrá creer, pero ¿por qué son delito los panfletos anti-AHT? Hay que joderse, resulta que a Pinocho la nariz ya ni le crece. Y hablando de Pinocho, cuatro y cuatro no son ocho. ¿Cuántas son? Te lo digo, silencio administrativo. Silencio del que luego ya hablaremos que, si no, como siempre, nos perdemos.

¿Cuatro y cuatro? Según cuándo, eso es relativo, es como desarticular un comando. Rubalcaba, aunque se la tape con la barba, vaya cara.

«Desarticulado el aparato de Segi en Donostia». Como le dé por desarticular la Bertsozale Elkartea el Egaña lo corre a hostias. O a los de Hamaika Bertute, que éste pocas veces dispara a donde apunta. O a nosotros, por bebernos las botellas con las que luego hacen cocos. Que se cuide muy mucho Aimar Irigoien. ¿Quién se dedica a echar las piedras en las manis? ¿Quién?

La guerra continúa para algunos; mientras, otros huyen de ella abandonando a los suyos. Capullos. ¿Cómo es que no se dan cuenta de que el camino es la meta? Esta rima -aunque gusta- la dejamos, que me asusta, ya que no será por rimas cuando a buen árbol te arrimas.

Pero va, sí, va, a lo que íbamos. Decíamos que guerra todavía queda, aunque sean mogollón los que intentan quedar fuera, y no menos los que viven sacando tajada de ella. Sí, están de moda, lo que antes hacía Calleja ellos lo hacen ahora. Estos son los sicarios, son los nuevos mercenarios. ¿Periodistas de Madrid? No, intelectuales de aquí. Sí, sí. Vosotros. Vosotros que calláis las torturas al vecino cuando siempre voceáis que respeto solo hay uno, sí, vosotros, sí, que vivís de subvenciones del Gobierno de Gasteiz, sí.

Sí, sí, nada de poner cara de póquer, un txakurra es un txakurra sea doberman o coker. Sí, ahora el silencio resultará ser vuestro precio. Silencio, silencio del que mata, humillación y desprecio; anda, ponte a cuatro patas, sí, ponte, ya verás qué lejano queda ahora el horizonte. Porque allí, sí, allí, no en Guantánamo, sino en Ma- drid, desde la calle Ferraz hasta el acuartelamiento de Tres Cantos, se organiza y se ejecu-ta la aniquilación de los vascos, sí, y vosotros calláis en vuestras televisiones y radios. ¡Tiempo!

Acabado mi tiempo, quedo a la espera de que alguien responda a mi rap. Si no, seguiré yo por mi cuenta y riesgo. Eutsi gazteak! Ez gaituzte menperatuko!

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