La plantilla de Sysmo aguarda la «sentencia» tras 35 días de huelga antecedentes y diario de un conflicto
El pasado día 5 la asamblea de trabajadores de Sysmo decidió desconvocar la huelga iniciada el 1 de octubre e incorporarse a los puestos de trabajo. En medio quedaban 35 días tan duros como intensos en defensa de los puestos de trabajo amenazados por la voracidad de la multinacional alemana Volkswagen (VW).
J.M. URIBARRI
La suerte de Sysmo, una de las muchas subcontratas de la red que ha tejido VW a su alrededor en Nafarroa, se decidirá en un juzgado de Barcelona en las próximas semanas. De momento, los 129 trabajadores de la planta de Arazuri se encuentran en casa con «permiso retribuido», a la espera de que se resuelva el concurso de acreedores presentado en la capital catalana.
El largo conflicto, sin embargo, ha venido a agitar el debate en Nafarroa sobre la subrogación y cuestionado los métodos de la multinacional alemana, que a tenor de las declaraciones de los sindicatos abertzales campa a sus anchas en el herrialde bajo el paragüas de instituciones y sindicatos «amigos», que hace tiempo «deslocalizaron» sus reivindicaciones y la defensa de los derechos de los trabajadores.
Alex Kormenzana Txipi, delegado de LAB en Sysmo, y Jokin Arbea, responsable del Metal de ELA en Nafarroa, analizan el conflicto y sus consecuencias con un punto de discordia: el final de la huelga que votó la asamblea no es compartido por ELA.
Kormenzana opina que el balance del conflicto es «muy positivo pese a tener que desconvocar la huelga. Positivo porque hemos intentado defender nuestros puestos de trabajo a toda costa y contra un montón de zancadillas que nos han puesto. La pérdida de trabajo era inminente. Hemos intentado mantener un pulso grande para mantener nuestras condiciones de empleo y de vida, lo más importante que tenemos que defender a la hora de plantear una huelga. No podemos decir que hemos acabado con las orejas gachas, al revés. Podemos irnos con la cabeza bien alta porque hemos creado una semilla entre los 8.000 trabajadores de VW y suministradoras para que vean que si no defienden los puestos de trabajo como lo hemos hecho nosotros, corren el riesgo de que se vean deteriorados sus condiciones de vida y trabajo o incluso perder el trabajo».
Arbea coincide al valorar la huelga como «positiva», porque «una plantilla ha sido capaz de presentar batalla a una multinacional como VW, en una pelea que parece la de David contra Goliat, y en una comunidad como la de Navarra, con muchos medios de comunicación, el Gobierno de Navarra, la patronal y las jefaturas sindicales de UGT y CCOO, en contra. Entendemos que los trabajadores de Sysmo no han hecho nada que no hubiera hecho cualquier otro trabajador en una situación como la suya, defender sus intereses al encontrarse de un día para otro en la puta calle. Así de claro. Lo que se ha destapado aquí es algo que mucha gente parece desconocer su significado, que es la palabra subrogación. Los grandes grupos empresariales no aceptan la subrogación puesto que es uno de los pilares sobre el que opera el aumento de sus cuentas de resultados. No aceptan subrogar a las personas en las nuevas empresas subcontratistas. Rompen el contrato de trabajo, en este caso a Sysmo, y contratan a otra (HBPO). Está claro que entienden que la nueva empresa hará el mismo trabajo mucho más barato».
En opinión de Kormenzana el final de la huelga venía marcado por los propios acontecimientos del conflicto. «A la hora de valorar la desconvocatoria de la huelga escuchamos al obrero que está a la puerta de la fábrica. La situación era muy larga y, por otra parte, había muchos intereses. El primero era el de Sysmo. Cuando era inminente que nos iban a quitar el trabajo fue la que nos animó a movilizarnos. El mismo director nos animó a salir a la calle, sólo que se conformaron cuando VW volvió a asignarnos el trabajo hasta el fin del modelo. Eso se vio acelerado con la maniobra de VW de colocar la empresa (HBPO) al lado. También estaban los intereses de CCOO y UGT de no poner a VW en entredicho. Analizando la situación de cómo ha ido la huelga y con todos los elementos encima de la mesa, en la actualidad éramos 45 los trabajadores que participábamos activamente en la misma. UGT y CCOO se plegaron antes de la batalla a los planteamientos de VW y cerraron a cal y canto todas las vías de solución. VW recuperó la normalidad productiva tras una semana en blanco y la presión que podíamos hacer se debilitaba porque en una semana alcanzaba la normalidad. La huelga era insostenible económicamente, y había un goteo continuo de gente que ya no aparecía e inclusos e iba a otros trabajo. Creo que es una radiografía bastante clara de la situación. Los objetivos no siempre se consiguen y tenemos que tenerlo claro».
Arbea, por contra, afirma que «las conclusiones que sacamos de este conflicto son que, por un lado, nos deja un buen sabor de boca porque una plantilla ha sido capaz de confrontar cuando parecía que tenía todo en contra, pero por otro, un sabor agridulce por la desconvocatoria de la misma. Nosotros no hemos variado nuestro discurso desde el inicio del conflicto hasta el final y, sabiendo que puede haber otras empresas que a medio plazo se vean en la misma tesitura, no es alentador ver que se pone fin a la huelga cuando tenemos constancia de que el procedimiento concursal de quiebra se ha presentado en Barcelona y es cuestión de que escaso tiempo el que se llegue a un cierre definitivo de la planta de Arazuri. Nuestros compañeros de viaje, LAB, han entendido, por los motivos que ellos sabrán, que la lucha ha terminado. Esta lucha no finaliza aquí porque se nos repetirá en otras empresas, en otros sectores y en otros ámbitos de la vida cotidiana. Para este gobierno navarrero los derechos de los trabajadores no existen y ha quedado patente que el modelo de concertación a la navarra sigue dando un provecho impresionante, tanto a la patronal como a UGT y CCOO, a cambio de paz social. Sabemos que obtienen financiación por ello y, en síntesis, la subcontratación y la falta de subrogación es un cáncer que tenemos que intentar eliminar».
En este punto, Arbea señala que a la hora de apostar por continuar la huelga no tiene nada que ver la seguridad que ofrece la famosa caja de resistencia de ELA. «En este conflicto, como en otros muchos, no hacemos ni alarde ni ostentación de la caja de resistencia. Las patronales juegan sus bazas, y el movimiento sindical tiene que jugar las suyas. Lo nuestro es una caja de solidaridad a disposición de quien quiera defender sus derechos o mejorarlos. El 25% de lo que cada uno de los más de 109.000 afiliados de ELA pagamos al mes va a esa caja. Nosotros lo único que hacemos en un uso muy correcto y estricto de nuestros recursos económicos», apunta.
Sin embargo, en LAB la posición de ELA no ha gustado. Kormenzana indica «que está fuera de lugar. Después de 35 días de huelga y haber acatado la decisión de la asamblea me parece una falta de lealtad al trabajo que hemos desarrollado conjuntamente. Una vez que UGT y CCOO se desvincularon de la de decisión que mayoritariamente había adoptado la asamblea sólo falta que salieran con esto. A la hora de convocar la huelga hay que escuchar al obrero, y a la hora desconvocar o escuchar los planteamientos que pueden llevar a desconvocarla, también. Desde LAB hemos estado con lo que ha dicho la plantilla y al final hemos acatado la decisión de la asamblea. Creo que es lo correcto».
En cualquier caso, Arbe y Kormenzana coinciden en sus críticas a CCOO y UGT y en que además de los puestos de trabajo había algo más en juego, la dignidad.
El representante de LAB indica que UGT y CCOO «sólo se han dedicado a limar, invitando a la gente, personalmente, a desvincularse de la huelga. A la hora de de plantear un conflicto no sabes lo que puedes sacar en claro, pero no puedes negarte a pelear. Por eso nosotros hablamos de orgullo. No ha habido nadie que haya plantado cara a VW como lo hemos hecho nosotros y por un objetivo ta claro y tan justo, mantener la dignidad y las condiciones de vida».
Arbea afirma que CCOO y UGT están «acostumbrados a un modelo de concertación, o de congestión, como digo yo, que a cambio de financiación pública, garantizan la paz social. No olvidemos que en el tercer plan de empleo (2004/2006) se repartieron 70.000 millones de pesetas, y en la prórroga de 2007 se han repartido 17.000 millones entre UGT, CCOO y la patronal. Eso da para mucho», añadió.
En Barcelona, entretanto, se juega la suerte de 129 trabajadores.