Maite SOROA
Los temores de España
Mal deben andar las cosas por esa España de ánimo imperial y realidad paupérrima cuando un ex de la izquierda alerta del peligro del «suicidio de España». Lo explicaba Gabriel Albiac en «La Razón», hablando de la tentación del suicidio: «No es difícil percibir esa tentación a flor de piel en la España contemporánea. Más complicado se hace argumentar con rigor en contra de eso. Cuando alguien -individuo o nación- ha decidido ya hacer mutis definitivo, todo razonamiento en contra se le vuelve inaudible». Está muy mala la cosa...
Y llevaba el asunto Albiac al terreno electoral: «Las elecciones de marzo carecen de enigma. Salvo cataclismo imprevisible -pero también el 11-M era imprevisible en 2004-, PP y PSOE marcarán sus diferencias en una cifra muy escueta de escaños, que pueden bascular a favor de uno como de otro. Ni uno ni otro podrán, pues, gobernar conforme a los criterios que definen sus programas. Tres microscópicos partidos nacionalistas -PNV, CiU y Esquerra- tendrán la clave -la llave, si se prefiere ser más gráfico- de la política que vendrá luego. Y, junto a ellos, un residual desecho de la más negra historia del siglo pasado, IU, esa última reliquia de una religión stalinista cuya reducción a cenizas fue, en Europa, la aportación esencial de la fisura de 1968». La situación, está claro, es gravísima.
Y es que según Albiac: «es difícil imaginar, fuera de España, que tal conjunción de los más rancios fantasmas del pasado -nacionalismo y stalinismo- pueda decidir el destino y verosímil punto final de una nación democrática en los inicios del siglo veintiuno». Pero existe una solución: «No hay un solo país europeo que, ante un dilema así, no apostase por el acuerdo de mínimos para evitar el colapso. Unicamente entre nosotros pasa como impensable lo más elemental: que dos partidos mayoritarios y constitucionalistas lleguen a un acuerdo de mínimos -preferentemente con plazo de caducidad pactado- para encarrilar las desvencijadas instituciones y evitar un descarrilamiento (...). Un Gobierno de coalición en Madrid podría, al fin, dar cierre a esta perpetua provisionalidad de una política española siempre maniatada por el chantaje independentista». Eso es lo que de verdad les duele y no la memez del suicidio.