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Un libro pone en valor la obra del arquitecto Florencio Mocoroa

Iñigo García Odiaga es el autor de un libro sobre la obra de Florencio Mocoroa, arquitecto racionalista, representativo de la generación que desarrolló su labor a mediados del siglo pasado y que más influyó en el actual paisaje urbano de Gipuzkoa. El libro, presentado en Tabacalera, es el primero de una nueva colección del Colegio de Arquitectos.

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Martin ANSO | DONOSTIA

El Club Náutico de Donostia, proyectado por José Manuel Aizpurua y Joaquín Labayen, es el edificio racionalista vasco de mayor proyección internacional, pero no el único, ni mucho menos, que refleja la conexión de los arquitectos del país con el Movimiento Moderno. «Mocoroa -señaló ayer al respecto Iñigo García Odiaga- es representativo de la generación de profesionales que, como Pablo Zabalo, Luis Vallet, Tomás Bilbao, Pedro Ispizua o Víctor Eusa, demostraron poseer una muy buena formación y supieron hacer una traducción a la realidad local de las vanguardias internacionales. Fue, sin duda, la generación que más influencia ha tenido en la configuración del actual paisaje urbano de nuestras ciudades».

Florencio Mocoroa, nacido en Tolosa en 1903, concluyó sus estudios en Madrid precisamente en 1929, el año en el que se inauguró el Náutico. «Regresó a Donsotia y tuvo ocasión de comprobar que se encontraba en el lugar adecuado en el momento preciso, ya que la ciudad y, en general, Gipuzkoa se hallaban en plena expansión», destacó García Odiaga. Ello le permitió proyectar muchos edificios y de muy diverso tipo. El autor del libro da cuenta de medio centenar largo de ellos, construidos a lo largo de tres décadas.

Los más significativos corresponden a los años 30, época en la que Mocoroa colaboró estrechamente con el que en aquel momento era quizá el principal artista de la vanguardia vasca, Nicolás de Lekuona, amigo de Oteiza y también de Aizpurua. En Donostia, por ejemplo, destacan el edificio con estación de servicio en la planta baja de la esquina entre la Avenida de la Zurriola y Gran Vía (1935) o, también en Gros, en la Plaza de Lapurdi, la Casa de los Solteros (1936), llamada así por albergar pisos de reducidas dimensiones; en Hernani, la casa de los señores Adarraga (1935), en la calle Kardaberaz, y en Beasain, Manufacturas Olaran (1939). Es éste, precisamente, el edificio más destacable, en opinión de Iñigo García Odiaga. «Su característica torre lo conecta con Gropius o los arquitectos alemanes», afirmó.

Puesta en valor

El libro ha sido diseñado por Santos Bregaña «sin ningún afán de espectacularidad, porque el diseño no se tiene que notar». Las fotos, en blanco y negro, han corrido a cargo de Aitor Ortiz, cuyo trabajo sí quiso elogiar expresamente Bregaña: «Son imágenes que han sido sometidas a una restauración digital tan meticulosa como discreta y que ponen en valor una arquitectura que ha estado presente a lo largo de toda nuestra vida. Una arquitectura a la que Donostia ha mirado un poco con el rabillo del ojo y que, a través de este libro, podemos redescubrir y reivindicar».

Al respecto, García Odiaga añadió que el libro no propone «una lectura nostálgica del pasado, sino que llama la atención sobre el valor de esos edificios en el presente, pues los vivimos todos los días».

DIVULGACIÓN

Ibon Salaberria, miembro de la junta directiva del COAVN en Gipuzkoa, adelantó que, además del libro, el Colegio de Arquitectos dedicará en su sede (Avenida de Francia 11) una exposición a la obra de Mocoroa. Asimismo, colocará paneles informativos ante algunos de sus edificios más representativos.

Ficha

Título: «Florencio Mocoroa Gastesi».

Texto: Luis Sesé (Introducción) e Iñigo García Odiaga.

Fotografía: Aitor Ortiz.

Diseño: Santos Bregaña.

Edición: Delegación en Gipuzkoa del COAVN.

«Existe un maltrato hacia el patrimonio»

Santos Bregaña destacó que el libro dedicado a Mocoroa pone en evidencia que hace unas décadas se practicó «una arquitectura de mucha más calidad que la actual» y que existe «un maltrato» hacia el patrimonio. «Todo el zócalo comercial de la ciudad, por ejemplo, ha sido destruido y sigue destruyéndose», denunció. Iñigo García Odiaga indicó que, en el caso concreto de Mocoroa, ese maltrato se ha verificado hace apenas un mes con la destrucción de un pequeño edificio industrial que proyectó en Loiola. «También el almacén de Loidi y Zulaica, en el Paseo de Mundaiz, está ya sentenciado a muerte», añadió. «Quizá este libro sirva para despertar conciencias», apostilló Santos Bregaña.

M.A.

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