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Raimundo Fitero

Postal turística

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Hay acciones que en vez de resultar advertencias serias sobre alguna situación de denuncia se convierten en un magnífico anuncio televisivo. Sin ir más lejos, antes de ayer hubo un simbólico apagón de cinco minutos contra el cambio climático. Un apagón institucional no es otra cosa que una manera de relanzar el turismo. Así lo entendieron los servicios informativos de las cadenas de televisión y nos pasaron una sucesión de imágenes en donde se iba viendo cómo se apagaban los edificios emblemáticos y de referencia turística de nuestras ciudades. Un acto de cinismo total, porque dentro de unos días veremos esos mismos edificios, calles y puentes gastando energía eléctrica de manera desmesurada porque los comerciantes han aprendido que las iluminaciones supuestamente navideñas incitan nuestros instintos consumistas.

Una vez más la naturaleza, el ecosistema, la ecología, los recursos energéticos son un campo de batalla de intereses económicos, y por ende, políticos. Dijéramos que tomar postura mediática ante el cambio climático es algo que se ha puesto de moda. Al Gore se está forrando con su mensaje comprimido. Otros piensan que pueden encontrar en esta suerte de evangelio multifunción un camino hacia la jubilación. El actual presidente del Parlamento español se despide de la vida política activa y dice que se va a dedicar a luchar contra el cambio climático. Y si permanecemos atentos a nuestras pantallas veremos cómo aparecen los personajes más inusitados abrazados a esta bandera, aunque no entiendan, ni en el fondo ni en las formas, de qué se trata el problema, el gravísimo problema.

De momento, los únicos programas que en las televisiones miran estos asuntos con una cierta seriedad o han desaparecido o se han escondido tanto en la parrilla que es como si no existieran. Estoy buscando desesperadamente a «El escarabajo verde», por citar el que trata de estas cosas en lenguaje urbano y cercano. Así que si la televisión que es modelo de comportamientos no se interesa por ello y a cambio nos inunda con miles de anuncios de automóviles de muchos caballos, ¿de qué sirve un apagón? Pues para las postales. Y poco más.

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