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«Una partición de Kosovo abriría la Caja de Pandora del drama balcánico»

 
MIkel Córdoba
MOVEMENT FOR PEACE KOSOVO

Natural de Iruñea, lleva trabajando desde hace más de un año en Kosovo encuadrado en una organización que tiene misiones en otros puntos del planeta como Palestina, Guatemala y Marruecos, entre otros escenarios. Su diagnóstico es claro: la solución real pasa a día de hoy por reconocer a Kosovo su independencia.

Háganos un diagnóstico de la situación general en Kosovo.

Se ha avanzado en la política de estándares previa a la definición del estatus de Kosovo sobre la protección de minorías y contra la discriminación. Falta mucho por hacer, pero ha habido un esfuerzo importante y tutelado.

¿Ha mejorado la situación económica?

Sigue siendo francamente mala. No se percibe que la presencia de la comunidad internacional haya tenido impacto en la economía, en el bienestar de la población, que está, además, expuesta a decisiones arbitrarias que tienen relación con la situación de protectorado. Hay una especie de hartazgo y ahí se sitúa la exigencia popular de independencia.

¿Cuál es la posición serbia?

Por lo que he podido colegir en mis entrevistas, los serbios asumen que Kosovo está perdido. Es generalizado.

¿Puede darnos una radiografía electoral?

La gran mayoría de los partidos albaneses, incluidos los más importantes, asumen que el plan de Ahtisaari es la hoja de ruta. Hay una formación que se presenta y se alinea con el movimiento Vetëvendosje (Autodeterminación), que rechaza todo el proceso, pero las encuestas le auguran un 1%. Por lo demás, todo apunta a que el PDK de Thaci y el LDK del extinto Rugova aparecen empatados con en torno a un 25%.

Todos reivindican la independencia...

No hay, a día de hoy, otra solución. Hablar de independencia es hablar de lo que ya existe de facto. No es inventarnos un nuevo Kosovo. Además, sería una manera de proteger a las minorías, incluida la serbia, que según el plan de Ahtisaari contará con unas municipalidades autónomas con mayores competencias que las que disfruta la República Srprska de Bosnia. Belgrado no lo va a entender así y razones no le faltan, aunque tampoco ha hecho un gran alarde de confianza en las instituciones de Kosovo.

Algo tendrá que ver el drama de los 200.000 serbios expulsados del enclave.

Por supuesto. No ha habido retorno en Kosovo. Según datos oficiales, sólo ha regresado el 7,3% de los que se vieron forzados a huir. Pero, ¿qué perspectivas de futuro, de vida digna, ofrece Kosovo? A ello hay que añadir que el drama afecta a los serbios de manera particular por la cuestión de la seguridad. El miedo se vive de una manera muy personal. Todos los esfuerzos han sido vanos.

¿Que opinión le merece la batería de propuestas alternativas que se debaten estos días en las negociaciones?

Marear la perdiz. Hemos llegado al final de un camino que pasa por reconocer la independencia, que será tutelada. La autonomía ya fue ensayada por Tito desde 1974. Suspendida en 1989 por Milosevic, está agotada. Belgrado ofrece autonomía a una administración a la que ni siquiera reconoce como interlocutora.

¿Y la propuesta de congelar el estatus a cambio de más ayudas económicas?

Si no ha funcionado en estos ocho años, ¿por qué iba a hacerlo en el futuro? ¿Qué garantías ofrece una nueva inyección económica? No podemos olvidar que lo que Kosovo necesita es la llegada de inversiones extranjeras y un requisito para ello es la seguridad jurídica, lo que entronca con la independencia.

¿Cuál es su peor escenario?

Si se llega a una partición del territorio se nos cae Kosovo. Habría que ver la reacción de los albaneses del valle de Presevo y de los albaneses en Macedonia, donde hace unos días hubo enfrentamientos con siete muertos.

También han reaparecido grupos armados en Kosovo.

Por lo que yo sé, la Asociación de Veteranos de UÇK no se ha pronunciado pero el Cuerpo de Protección de Kosovo, que se creó para albergar a los guerrilleros de UÇK, ha desacreditado públicamente a ese grupo que se autodenomina Ejército Nacional Albanés. Pero lo cierto es que ya están ahí y hace una semana llegaron a parar a un convoy de la KFOR italiana. No olvides que también está la amenaza de los grupos paramilitares serbios.

¿Vaticina consecuencias en otras zonas de los Balcanes?

Hay que reconocer que Kosovo rompe con el principio de que las fronteras no se mueven. Tanto Belgrado como la República Srprska de Bosnia amenazan con su secesión. Y todo ello coincide con una grave crisis institucional en la República. Tampoco hay que olvidar que los croatas de Bosnia nunca han renunciado a su identidad.

¿Una eventual crisis podría relanzar la idea de la Gran Albania?

A día de hoy persiste en el imaginario popular pero no tiene traslación al debate político. Kosovo no apuesta por integrar a los albaneses de Serbia, Montenegro o Macedonia. Ahora bien, el efecto dominó tiene siempre un punto de impredecible en los Balcanes...

Dabid LAZKANOITURBURU

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