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Cambio climático en Iruñea

La decisión tomada ayer por el pleno del Ayuntamiento de Iruñea, dirigida a segregar a los ediles de ANV en varias comisiones municipales, tiene varios elementos que merecen ser resaltados. El primero es su carácter excepcional y, a la vez, pionero. El de Iruñea es el primer consistorio en aplicar dicha medida a cargos electos que concurrieron a las pasadas elecciones municipales en candidaturas no ilegalizadas por los tribunales españoles. No cabe descartar, como ha ocurrido anteriormente, que las instituciones navarras ejerzan de punta de lanza en dinámicas que conllevan la exclusión de electos y, por ende, de la parte de la ciudadanía a la que representan.

La segunda reflexión viene del papel jugado por la oposición. Es especialmente reseñable el cambio de postura del PSN que, tras unos comienzos «aperturistas», ha recuperado el guión de la legislatura anterior. Su portavoz aseguraba que UPN tiene mayoría absoluta «para los temas de terrorismo». Sin embargo, ayer se hablaba de las comisiones de comercio y salud, cuestiones en las que ANV ha demostrado tener una postura crítica que representa a un sector ciudadano de la capital vasca. La argumentación ofrecida por Uxue Barkos (Nafarroa Bai) para justificar el voto contrario de su formación ofrece también diferentes lecturas. Barkos consideró que la moción contra ANV no era legítima porque no se puede cuestionar los fallos de los tribunales españoles. Debería tener un poco más de tacto y recordar que alrededor de 18.000 votos de ciudadanos fueron ilegalizados por esos mismos tribunales y que ello contribuyó a que la relación de fuerzas -y debilidades- de Nafarroa sea la que es.

En definitiva, tras una larga campaña electoral, unos comicios que dejaron un resultado claro pero adulterado por la aplicación de la Ley de Partidos y una negociación que terminó con el veto de Ferraz y la subsiguiente crisis política de las formaciones navarras, podemos concluir que el único cambio que se ha producido en Navarra es el predicado por Al Gore y, esta última semana, un brusco descenso de las temperaturas. También dentro del salón de plenos.

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