Muestran en Bilbo obras inéditas del poeta y pintor holandés Lucebert
La bilbaina sala BBK inauguró ayer una exposición de dibujos íntimos prestados por la familia del comprometido creador Lucebert, uno de los fundadores del grupo pictórico Cobra y reconocido poeta holandés. Son 94 obras que reflejan su trayectoria desde 1957 hasta 1993 a través de todos los medios utilizados por el artista: tinta china, aguadas, lápiz siberio, acrílico, pastel y óleo. Su pintura se basa en la espontaneidad, en la síntesis y en la rapidez en el análisis.
Karolina ALMAGIA | BILBO
Lucebert es el seudónimo de Lubertus Jacobus Swaanswijk (1924-1994), uno de los componentes del grupo pictórico Cobra y una de las voces más importantes de la poesía holandesa del siglo XX. La Fundación BBK presenta 94 obras inéditas suyas, cedidas temporalmente por su mujer, Tony Lucebert Swaanswijk, y por la Fundación Lucebert de Amsterdam.
Las obras expuestas reflejan la trayectoria de Lucebert desde 1957 hasta 1993, finalizando con un dibujo profético que el artista realizó el 6 de septiembre, poco antes de morir por un fallo médico: un autorretrato del que se escapa la sombra de la existencia.
Comisariada por Kosme Barañano, la antología incluye decenas de dibujos de tinta con pluma o aguada de mediano formato, algunos de los cuales son casi un diario personal. Barañano ha dividido la muestra en cinco etapas (1957, 1968, 1977, 1985 y 1993) que muestran, a través de unos 15 dibujos a la tinta por cada una de ellas, la evolución artística y técnica de Lucebert en cada una de las cinco décadas que duró su actividad pictórica. En ellos se puede apreciar la influencia que tienen en el artista las exposiciones de vanguardia de los años 50, su pasión por las aguadas de Rembrandt y la corrosión de sus estampas, que aluden a la «melancolía» y a la «acidez de su mirada sobre el mundo».
Según el comisario, Lucebert «construye su personal mundo desde el rasgo de la caricatura al trazo de cartón, desde la escenografía de Rembrandt, de luces y sombras, al detalle de trazo y de pesimismo sobre el ser humano de Goya y de Picasso». La exposición ofrece un recorrido completo por todos los medios utilizados por el artista, desde la tinta china y las aguadas, al lápiz siberio (más duro que el carboncillo), pasando por el acrílico (que unas veces parece gouache y otras es muy denso), las tierras rojas y ocres de Conté o las barras de pastel mezcladas con óleo de Faber. «Línea y mancha convergen en Lucebert para parir un universo peculiar», afirma Barañano.
Un artista comprometido
Lucebert fue una persona «muy comprometida», compañero de Bertold Bretch y con una obra ligada a la revolución y al cambio social. Su hija Maya, que se encuentra estos días en Bilbo, le recordaba ayer como a un hombre «que pintaba siete días a la semana. Nunca se iba de vacaciones. Pintaba, leía muchísimo y escribía». De hecho, en Holanda, Lucebert es más conocida por su obra literaria que por la pictória, hasta el punto de estar considerado como uno de los grandes poetas nacionales. Antes de ser famoso como pintor, Lucebert recibió los premios literarios mas importantes de su país, entre ellos el Premio de las Letras en 1983. «Aunque muchos expertos investigan la relación entre sus obras, mi padre siempre decía que su poesía no tenía que ver con sus cuadros», apuntó su hija. Lucebert era, además, «un hombre muy carismático. Nuestra casa siempre estaba llena de gente que venía a verle», contó también.
La pintura de Lucebert se basa en la espontaneidad, en la síntesis y en la rapidez. Su principal obra plástica se engarza en el movimiento que nace en 1948 con el nombre de Cobra y que reúne a diversos artistas europeos, como Asger Jorn, Karel Appel o Guillaume Corneille, cuyo informalismo de partida se mezcla con el expresionismo nórdico.
Lugar: Sala de Exposiciones BBK (Gran Vía, 32). Bilbo.
Fecha: Del 23 de noviembre al 5 de enero de 2008. Horario: De lunes a sábado, de 10.00 a 13.30 y de 17.00 a 21.00. Precio de la entrada:
Gratuita.