la AVT vuelve a recolocarse en la agenda política española
La AVT ha vuelto a convocar a sus bases en contra de «la traición» del Gobierno, en un momento en que ni el tema es prioritario en la opinión pública española ni parece gustar a todo el PP, pero que coincide con la salida a la venta de un libro de Francisco José Alcaraz.
Iñaki IRIONDO
La Asociación de Víctimas del Terrorismo considera que «es evidente que el Ejecutivo no está poniendo todos los medios que tiene a su alcance para derrotar» a ETA y por eso ha convocado «a todos los ciudadanos a un gran acto de rebelión cívica», para protestar contra la «estrategia fraudulenta» del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Según se detalla en el llamamiento a la marcha, los objetivos principales de la misma son dos. El primero, «instar la ilegalización de ANV y el PCTV. Y disolver de manera inmediata los ayuntamientos en los que gobierna ANV». El segundo, «retirar la resolución aprobada en el Congreso de los Diputados que habilita al Gobierno a dialogar con ETA y recuperar el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo».
El lema de la manifestación es «Por un futuro en libertad. Juntos, derrotemos a ETA». Y «la AVT pide que todos los ciudadanos de bien, las víctimas, los colectivos y organizaciones ciudadanas, hagan suyo este nuevo acto de rebelión cívica».
La convocatoria coincide con la puesta a la venta del libro de José Francisco Alcaraz «Una rebelión cívica, memorias del presidente de la AVT». Se presentó el lunes, y en el acto intervinieron el ex ministro de Interior Jaime Mayor Oreja y Luis del Pino, uno de los principales propagadores de las teorías conspirativas sobre el 11-M. El prólogo es de César Vidal, «la linterna» de la COPE.
Debates internos en el PP
La junta directiva de la AVT lanzó el llamamiento a esta manifestación a mediados del pasado mes de octubre, en un momento en el que las cuestiones referidas a la lucha contra ETA o a la estrategia gubernamental en esta materia no estaban en el centro de la atención política de la opinión pública del Estado español. Incluso pilló a contrapié al Partido Popular, que preparaba ya la convención que celebró el pasado fin de semana y que evitó conscientemente poner su foco en esta cuestión, por considerar electoralmente más atractivas las referidas, por ejemplo, a los impuestos, las guarderías e incluso al cambio climático.
Por lo tanto, el primer efecto que tuvo la convocatoria fue la de suscitar un debate en el seno del propio PP sobre cuál debía ser el grado de implicación del partido con la misma. La pugna saltó pronto a los medios de comunicación y periodistas que aspiran a dirigir desde fuera la estrategia del partido. Unos, como Pedro J. Ramírez, señalaban que lo más apropiado para ganar las elecciones no es volver a las manifestaciones, sino «el apoyo al Gobierno que lidera la lucha policial contra el terrorismo». Otros, como Federico Jiménez Losantos, reclamaban el mayor apoyo posible.
El debate -tantas veces rayano con el insulto en el campo ideológico de la derecha extrema- sobre si Mariano Rajoy debía acudir a la marcha se ha saldado finalmente con la victoria de los contrarios. A cambio, el resto de la plana mayor del PP caminará junto a Alcaraz por las calles de Madrid.
Pero ahí queda el poso de la evidencia de que para determinados sectores de la derecha la autonomía de vuelo de la que en su día dotaron a Francisco José Alcaraz empieza a resultar incómoda. Como cuando convocó una concentración ante el Tribunal Supremo, ahora se quejan de que la AVT hace sus convocatorias sin consultar al partido y luego pretende que se vuelque con ellas.
En el fondo, estos sectores consideran que el electorado que acude a estos actos ya está ganado por el PP, que necesita abrirse a nichos de voto más centrado que pueden sentirse incómodos con imágenes de exacerbación rojigualda y discurso crispado.
El segundo campo de batalla, evidentemente, ha sido entre el PSOE y el PP. La AVT ha conseguido colocar nuevamente el discurso de ambos en las posiciones en las que se encontraban durante los momentos más enconados. Por ejemplo, ayer, el secretario de Organización del PSOE, José Blanco, afirmó que la marcha se convoca «porque sí, sin motivo conocido, con un propósito oscuro», y resaltó que, además, cuenta con «algunos apoyos poco recomendables desde el punto de vista democrático». Y María San Gil, del PP de la CAV, achacó a Blanco «mala conciencia» porque el PSOE había «humillado a las víctimas». Lo ya tantas veces escuchado.
El pasado lunes el diario «El Mundo» titulaba a toda página que «dirigentes del PSE y ETA se reunieron el mes pasado, según un informe policial». En el texto sorprendía que se hiciera más hincapié en la existencia de ese informe que en la propia supuesta reunión.
Dos días después, el miércoles, el diario «El País» señalaba que la fuente de ese documento era un miembro de la AVT, que contó lo de la supuesta reunión a un miembro de la Brigada Operativa de Apoyo, un grupo policial que hace trabajos para el Centro Nacional de Inteligencia. El agente hizo una nota con lo que le dijeron y la transmitió. Según el diario de Prisa, la nota se remitió a la Comisaría General de Información y «la archivaron sin más».
Pero la filtración tuvo su utilidad. El martes, en una entrevista a Libertad Digital Televisión, el presidente de la AVT, Francisco José Alcaraz, admitía que el ambiente para la marcha estaba frío, pero «afortunadamente, esta última revelación que evidencia que hay algún proceso de negociación y que hay una estrategia para las próximas elecciones, para luego continuar este proceso, de alguna forma ha reavivado nuestra esperanza».