Raimundo Fitero
Debate
Me parece interesante el debate abierto sobre los contenidos de algunos programas televisivos. Quizás más que sobre los contenidos, se está debatiendo sobre los métodos empleados por los equipos de los programas de testimonios para conseguir las declaraciones y las comparecencias. En ese programa imprescindible para la salud humoral, «El intermedio», en La Sexta, el equipo de Wyoming hizo un montaje de apenas sesenta segundos en donde la señora Patricia Gaztañaga convocaba a participar a los telespectadores en su programa y las frases eran absolutamente demenciales, un torrente de barbaridades, todas ellas referidas a temas violentos, de pareja, expresados con un lenguaje grosero, populista. Es decir, que en uno de los mejores programas de humor crítico, sin necesidad de editorializar, simplemente colocando uno tras otro los propios momentos estelares de la ahora cuestionada, daban una idea ajustada a la realidad de las intenciones que guían desde hace mucho tiempo al programa.
Aquí deberíamos darnos una ducha fría mirando al oráculo de Sofres, y resulta que «Diario de Patricia», es uno de los que mejor le funciona a Antena 3, y en su franja horaria va bastante bien. Es decir, tiene clientela, y en este mundo donde reina el consumismo, lo que se compra es bueno. Por lo tanto, en el debate deberemos colocarnos bien los preservativos mentales para no quedar infectados por los virus del neoliberalismo y el mercado ni quedar embarazados de un exceso de ética sobrevenida o ética de quita y pon. No hagamos más caso a este episodio que el que tenía previamente al suceso luctuoso. Ni utilicemos de una manera oportunista el horario de emisión del susodicho programa, porque, obviamente, es horario infantil, pero existe el mando a distancia y los tutores. ¿O no es así? ¿Y si fuese un programa que gusta a los niños?
Insisto, sería bueno que el debate sobre las programaciones televisivas alcanzara un tono social relevante. Pero sin excederse. El veredicto de cada televidente se hace constantemente en la simple acción de optar por uno u otro programa. Y no se debe prohibir nada. Otra cosa es que se aplique la legislación vigente. Por ahí, sí.