REFORMA CONSTITUCIONAL EN VENEZUELA
«Al capitalismo le duele que Hugo Chávez pueda seguir en el poder»
Helena Menéndez es integrante del Círculo Bolivariano de Madrid y trabaja, desde 2005, en la Agregaduría de Prensa de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en Madrid. Menéndez participó en las jornadas sobre Cuba y Venezuela organizadas por Aldea esta misma semana en Iruñea.
¿Cuáles son los motivos por los que se ha impulsado esta reforma constitucional?
La propuesta lo que pretende es superar ciertas deficiencias de la actual Carta Magna, ya que cuando fue aprobada en 1999, todavía se vivía una etapa de apogeo del neoliberalismo prácticamente en toda América Latina. La Revolución [bolivariana] estaba sola, junto con Cuba, y muchos aspectos neoliberales se colaron en el texto aprobado en 1999. Ahora, se pretende ahondar en la Revolución mediante la construcción del poder popular a través de una unidad básica que es la comuna y cambiando radicalmente el concepto de propiedad, que hasta ahora sólo contemplaba la privada y la pública. Esto rompe con el esquema capitalista y la economía de mercado.
¿Esta nueva concepción de la propiedad explica las duras críticas que ha recibido la reforma por parte de empresas transnacionales?
En parte sí. Aunque también la propuesta para reelegir al presidente, lo que, en el actual momento geopolítico que vive América Latina, es una barrera para homogeneizar política y económicamente el continente. La figura del presidente Chávez, no sólo como político o estadista sino también como símbolo de resistencia nacionalista y de alternativa al capitalismo, ha cobrado ya una dimensión mucho mayor que la de un simple político. Obviamente, es la punta de lanza de un proyecto continental. No porque él arrogue ese papel, sino porque hay un conjunto de dinámicas nacionalistas en muchos países de América Latina. Mientras haya un ejemplo fuerte de un Gobierno que cumple con su palabra y con sus funciones y que no permite que haya poderes fácticos que estén por encima de la voluntad popular, va a ser muy difícil retomar la agenda neoliberal que existía antes. El hecho de que el presidente pueda permanecer más tiempo en su cargo es un dolor de cabeza para el capitalismo estadounidense, europeo y español y para el sistema hegemónico.
Precisamente, una de las críticas que se han hecho a la reforma constitucional es que Chávez busca perpetuarse en el poder, pese a que la última palabra está en manos del pueblo venezolano.
Además, hay que recordar que existe la figura del referéndum revocatorio. Los electores pueden pedir, por votación popular, cuando ya ha transcurrido la mitad más un día del mandato de un cargo electo, que se revoque ese mandato. Obviamente, eso demuestra que no hay forma de que una persona se perpetúe en el poder. Si a eso aunamos que la reeleccion es continua y no indefinida, ya que depende de la voluntad que expresen los electores, vemos que detrás de esa matriz de opinión lo que existe es un ahondar en una serie de estereotipos que se vienen manejando en relación al presidente Chávez desde hace muchos años. Se personaliza un proceso que transciende una figura individual y se demoniza esa figura diciendo que es un dictador. Es una figura propagandística muy antigua. Se repite permanentemente algo aunque no tenga unas bases sólidas.
En cualquier caso, el pueblo tiene voz en todo el proceso y hay mecanismos de control popular... Es algo que contrasta con otros procesos constituyentes de países calificados como democráticos, como el de la propia Constitución Europea.
El propio mecanismo de la reforma impide que sea algo que se lleve a cabo por un cenáculo. Hay una serie de pasos y todos tienen que culminar con un referéndum. El que tiene la última palabra es el pueblo venezolano. Es un avance respecto a otros procesos de aprobación de constituciones, que son llevados a cabo por grupos muy pequeños, por élites que representan, con frecuencia, a intereses empresariales y económicos y a los poderes fácticos. Se reúnen y plantean un texto a ver si cuela. Si no, se pasa a través de los poderes legislativos de los distintos países. Y si no, se reúnen y decretan en una reunión internacional que se tiene que aprobar un tratado constitucional. La diferencia, en términos de clave democrática, es abismal. La propia Constitución venezolana prevé la posibilidad no sólo de revocar mandatarios sino de derogar leyes que no son convenientes para el interés colectivo. O de aprobar otras que sí se consideren convenientes. M.D.ó