Hace poco leí un artículo de Javier Sádaba donde hablaba de los diferentes grados de violencia. Tres eran los grados que presentaba: el natural, del que se deja llevar por impulsos y que no es dueño de su violencia; el del guerrillero, defensor de altos valores; y el del que se defiende ante los abusos de los poderosos.

¿Y el del cabrón?, ¿dónde está la violencia del cabrón? En mi opinión, la peor de todas. El cabrón es el que usa la violencia de manera consciente y simplemente porque puede. Porque es más fuerte o tiene más poder. Porque si tiene la victoria asegurada usando la violencia, ¿para qué se va a liar en diálogos, negociaciones o procesos en los que saldría perdiendo «algo»? Si el niño molesta, le pega; si la madre se queja, le pega. ¿Por qué? Porque puede. El cabrón no entiende la palabra «justicia», sólo las palabras «mis intereses». Pero, a veces, hay testigos que critican este comportamiento. La solución es fácil, haz la vida imposible al oponente (lo cual no es difícil porque es más débil) hasta que reviente (3º grado de violencia de Sádaba) y use la violencia para defenderse. De esta manera el cabrón tiene la excusa perfecta para usar su violencia contra el débil; y así todo arreglado y legítimo. El cabrón casi siempre gana. ¿Nos suena de algo?