festival internacional de cine documental y cortometraje de bilbo
Inmunes al aburrimiento ante los cortos vascos
Los sufridos espectadores que soportaron hasta el final la proyección de los cortos vascos a concurso en la jornada inaugural de esta 49ª edición del Zinebi, tienen muchas posibilidades de ser inmunes al aburrimiento. Solo así se explica semejante capacidad para encajar una propuesta tediosa tras otra.
Javier ASPIAZU
Crítico
Para no ser excesivamente rigurosos diremos que tres de las nueve cintas se salvaron de esta desoladora tónica general: «Tex Norton», de Jon Garaño, otro inteligente y divertido producto de la factoría Moriarty de Donostia o de cómo simplemente con ingenio, un montaje eficaz de material de archivo y la candidez y espontaneidad de un niño se puede realizar un corto ameno y lleno de chispa; «Limoncello», curioso film colectivo, en el que participaba el nominado a los Oscars Borja Cobeaga, con tres historias ambientadas en el Oeste, de desigual interés y acierto, destacando sobre todo la primera; y «Taxi» de Telmo Esnal, que se beneficiaba de la participación de conocidos actores y explotaba con cierta comicidad la consabida historia del bucle espacio-temporal, como la ya clásica «Atrapado en el tiempo».
Ambientada en el Uruguay, «Decir adiós» de Víctor Iriarte resultó tan morosa y cansina en su discurrir que apenas dejó huella; «Las horas muertas», de Haritz Zubillaga, mantenía cierta tensión dramática y estaba rodada con expresivos planos cortos y una cuidada estética en 35 mm para contarnos tan sólo una violenta historia, tópica y completamente gratuita. Casi igual de violenta y poco interesante resultaba «Columba Palumbus» de Koldo Almandoz, que además de utilizar una bella fotografía de exteriores intentaba, prescindiendo de las palabras, una narrativa puramente visual. Todo lo contrario que «La carta del amigo», del ilustre J. J. Bakedano, relato filmado, visualmente más estático que un telediario de la época franquista. Por lo que respecta a la única animación, «Hezur beltzak», hay que reconocer el paciente trabajo realizado y el tono transgresor de las imágenes, pero ¿me la podrían contar otra vez, por favor? La misma petición haríamos al incomprensible docu experimental «Footnotes to a house of love», con el que el aburrimiento llegó a su culmen. En definitiva, la promisoria cosecha vasca de cortos, en la que abundaban nombres ilustres, aunque no precisamente de documentalistas (a este respecto lo único interesante fue la recuperación de la filmoteca vasca: ese chabolista «Bilbao», que nos legaba Fernández Azkoaga en 1960), ha resultado decepcionante. ¿Mejorará el año que viene? Ummhhh¡¡
Dentro del ciclo «Seis miradas africanas», el Museo Guggenheim acogerá esta noche (21.00 h.) el estreno de «What a wonderful world», escrita, dirigida y protagonizada por Faouzi Bensaïdi, realizador que forma parte este año del Jurado de la sección oficial de Zinebi. La película transcurre en una Casablanca llena de contrastes, moderna y arcaica a la vez, y ofrece imágenes llenas de referencias cinéfilas, con momentos surrealistas. El ciclo sobre cine africano, que se proyecta cada tarde en el Museo de Bellas Artes, viene a demostrar que no hay una cinematografía común en este continente. «Son películas de resistencia», describe el comisario del ciclo, Olivier Barlet. «Son como una bomba lanzada contra las ideas admitidas: por su temática contemporánea, por su estética que busca nuevas formas y porque critican los modelos dominantes».
Por otro lado, el Festival de Cortometraje y Documental acogerá hoy y mañana «Zinebilab», dos jornadas de trabajo entre estudiantes de cine y autores como Txema Muñoz, Pablo Malo, Aitzol Aramaio o Mark R. Haris.