El PNV se convirtió ayer en el salvavidas del Gobierno del PSOE. Los votos de sus diputados evitaron que la ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, fuera reprobada y, por consiguiente, que el Gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero pasara por serios apuros a puertas de las elecciones. La reprobación de un ministro no tiene efectos prácticos, pero a nadie se le escapa que es una especie de moción de censura dirigida directamente al jefe del Ejecutivo.

El origen de este caso está en los problemas que las obras del AVE en Barcelona está causando en los trenes de cercanías y la respuesta que la ministra de Fomento ha dado a la petición de explicaciones y de soluciones. Aunque la idea original de los proponentes de Iniciativa per Catalunya se centrara en las obras del AVE y en el desarrollo de la red ferroviaria convencional, la moción -que fue definida como «ecologista y progresista» por Joan Herrera- derivó en otras cuestiones. En este caso podría decirse que se disparaba contra Magdalena Álvarez, pero que el trofeo perseguido -al menos por el principal grupo de la oposición, el PP- era el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Y ésa es la cabeza que ayer contribuyeron a salvar los diputados del PNV, sin cuyo voto la propuesta de IU-ICV, apoyada por CiU, ERC y PP, hubiera resultado triunfante.

El peso de la «Y vasca»

El encargado de subir a la tribuna por el PNV fue José Ramón Beloki, que anunció su voto contrario a la propuesta de IU-ICV señalando que consideraba contradictorio que en ocho puntos se le pida al Ministerio que tome medidas y en el noveno se exija que sea descabezado cuando quedan tres meses de legislatura. Pero, además, recordó que cuando el PNV presentó una iniciativa a favor de la «Y vasca», IU-ICV votó en contra.

Con anterioridad, en los pasillos, el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, ya justificó su voto afirmando que ha sido con este Gobierno y con Magdalena Álvarez con quienes se ha conseguido su «inveterada» reivindicación sobre la implantación de la denominada «Y vasca».

Antes, los presupuestos

El «cepillado» -en definición de Alfonso Guerra- que José Luis Rodríguez Zapatero le dio a la propuesta de Estatut de Catalunya llegada desde el Parlament hizo que ERC dejara de ser uno de los grupos en los que el PSOE podía apoyarse para ganar votaciones. Pero la reedición del tripartito catalán tras las elecciones autonómicas fue entendida por CiU como una traición, por lo que el Ejecutivo tampoco puede contar con este grupo como recambio de ERC. E IU, el otro socio de investidura, dice haberse visto defraudada por el presidente a la hora de afrontar una estrategia de izquierda.

En este contexto, en las situaciones difíciles, el único socio de cierto peso que le queda al PSOE en el Congreso es el PNV. Así se vio, por ejemplo, en la votación de las enmiendas a la totalidad de los presupuestos. Si los jeltzales hubieran votado con el resto de la oposición -PP, CiU, ERC, IU, CC, EA- el 14 de noviembre, las Cuentas generales hubieran tenido que ser devueltas al Gobierno, con el golpe de imagen que eso supone, sobre todo en el último ejercicio de la legislatura.