CRÍTICA rock & roll
El mayor tesoro de Bruce Springsteen, su espectacularmente fiel y feliz público
Anartz BILBAO
Las instituciones se abren al sonido urbano del siglo XX y parece que el rock, sobre todo si es nostálgico y carente de peligro, está de moda. Así lo acreditan las largas colas que agotaron las dieciséis mil entradas del evento en apenas hora y media, tras el guirigay que se montó en el sistema de ventas por internet.
Detalle que ilustra el interés mundial que el artista suscita. Y no es de extrañar. Bruce Springsteen, aún estando -según sus más fervientes y críticos admiradores- en no muy buen momento, se presentaba a sus espléndidos 58 años por primera vez en Euskal Herria, acompañado de la E Street Band, banda que ha corrido paralela «al jefe» durante más de tres décadas y a la que Bruce vuelve a recurrir intermitentemente.
La cita de anoche venía a presentar «Magic», su bien recibida vuelta al rock & roll. Junto al carismático guitarrista de New Jersey, el esporádico saxofón de Clarence «the big man» Clemons, que mantiene la potencia pero ha perdido fondo. A las guitarras, el gesticulante Stevie Van Zandt más el talentoso Nils Lofgren y al piano, «el profesor» Roy Bittan. En la imbatible sección rítmica, el robusto bajo de Garry Tallent y la soberbia pegada del impertérrito batería Max Weinberg. En la carretera se apeó Danny Federici, teclista original de la banda que aquejado de un melanoma, se quedó en casa.
Tampoco estuvo su mujer, Patti Scialfa. Bruce hizo pública su preocupación por ser un padre ausente de sus tres adolescentes y planifica la gira para no estar más de dos semanas seguidas fuera. Esta vez, le tocó a mamá quedarse a cuidar de los chavales. Soozie Tyrell, quien ya acompañó a Springsteen en la «Seeger Session Tour» suplió a la perfección a la pelirroja y un discreto Charles Giordano hizo lo propio con Danny, miembro original de la banda junto a Tallent y Clemons.
Aterrizaron a las cinco en avión privado y había previsión de que pasaran noche en el Sheraton. La fisioterapeuta Yolanda Sánchez dió un masaje a Bruce, entre Madrid y Bilbo. Más doloridos estaban los fans que pasaron noche en la puerta del BEC, con el fin de conseguir las pulseras que les permitieran acceder a las primeras filas de pista. Serían los más afortunados de entre 16.000 espectadores (algunos centenares más se sumaron a última hora, cuando la organización puso a la venta una nueva remesa de entradas). Muchos de ellos verían a su ídolo tras un largo viaje -desde Madrid, Asturias, Norteamérica...- y algún que otro repetiría tras disfrutar el domingo en Madrid.
En escena, 600.000 vatios de luz y 200.000 de sonido acompañan a los nueve músicos de riguroso negro. Es la primera vez que acudimos, con más curiosidad que énfasis, a ver a Springsteen, que levanta pasiones. Como icono norteamericano, Bruce Springsteen y su «Born in the USA» no despertó más que desconfianza o desprecio en nuestra adolescencia. Pero el imnótico rock & roll de la E Street Band nos atrapó anoche. Dice Bruce que tocar rock en vivo es lo mejor que saben hacer y lo demostró en un festival de dos horas y cuarto intenso y sin interrupciones.
Con un buen sonido y un precioso y sencillo juego de luces, sin trucos ni alardes, la actuación comenzó con «Radio Nowhere» y se cimentó en su reciente «Magic», trabajo que consta de once cortes de los que únicamente obvió «You´ll Be Comin´ Down» y «Your Own Worst Enemy». Sin embargo, con su típica voz rota y sin inventar nada, fue en piezas como «The Promised Land» o «Backstreets» donde una enfervorizada afición coreó, bailó y gritó con entusiasmo hasta volverse loco. Leal y feliz, el público es el mayor activo que Bruce atesora. Al igual que en la pista, una gran parte de la grada siguió de pie el concierto desde el inicio y nadie seguia sentado tras «Badlands».
Risueño y cómplice de sus músicos, un enérgico Bruce (con el pañuelo que la santanderina María le lanzó al cuello), dominó la pasional noche que explotó con el momento más álgido, los bises. Con las luces encendidas, sonaron seis. Entre ellas, «Born to Run» -nunca falta- o «American Land».
Rebosante de felicidad, el público abandonó escalonadamente la sala, conscientes de haber recibido la visita de Olentzero por adelantado. Afortunadamente, sin «Born in the USA».
Fecha: 26 de noviembre. Lugar: BEC (Barakaldo). Hora: 21.30 h. Precio: 57, 67 y 71 euros. Público: 16.000 espectadores.
Promotora: Get In.