Crisis social en los barrios populares franceses
«Esta violencia es una forma de contestación política ante una situación de desamparo social»
Zinn-Din Boukhenaissi es el delegado general del comité nacional encargado de la coordinación de organismos de barrio (régies). Estas asociaciones, presentes en 130 banlieues, emplean a jóvenes y trabajan con personas en situación de exclusión mediante la creación de servicios para los vecinos: renovación y mantenimiento de edificios, guarderías, garajes asociativos... Sin buscar justificaciones a la violencia, explica que ésta tiene su origen en la situación de desamparo social en que se encuentran estos jóvenes.
¿Cómo analiza los recientes incidentes en Villiers-le-Bel ?
Todavía no tenemos un análisis en perspectiva sobre esos sucesos. En contrapartida, las informaciones acumuladas sobre los sucesos de 2005 en nuestras 130 redes de barrio, que trabajan en las banlieues que se vieron más afectadas por las violencias, nos permiten contradecir el discurso habitual que sostiene Nicolas Sarkozy. Nada indica efectivamente que las personas que participan en los incidentes sean cada vez más jóvenes ni que estén organizados y lleven a cabo una revuelta estructurada. Y contrariamente a la idea defendida por el presidente de la República según la cual existe un cisma entre un puñado de gamberros y una mayoría de población de estos barrios que vive bajo el terror, numerosos jóvenes no implicados en los incidentes pero también muchos padres expresan un sentimiento de solidaridad hacia los protagonistas cuya situación de desamparo social afirman comprender.
¿Cómo describiría esa situación de abandono social?
Es un sentimiento que se impregna del confinamiento social. Estos jóvenes tienen la impresión de que todo está hecho para encerrarlos en su barrio. Por un lado, es más difícil conseguir un empleo cuando se es originario de un país del sur o cuando se habita en uno de los llamados barrios sensibles, ya que en Francia se dan auténticas discriminaciones a la hora de la contratación. La tasa de desempleo en los barrios populares es entre dos veces y dos veces y media más alta que la media nacional. Y para los jóvenes de entre 18 y 25 años oscila entre el 35 y el 40 por ciento. Por otra parte, estas discriminaciones se extienden al acceso a la vivienda fuera de los barrios, y al ocio, y más concretamente a las discotecas. Finalmente, estos jóvenes sufren un tratamiento mediático que, desde hace una década, los estigmatiza. Se trasmite a los franceses la idea de unos jóvenes que no saben expresarse, que rozan la barbarie, que son antisemitas, que practican violaciones en cuadrilla... todo ello es muy difícil de llevar por unos jóvenes en plena construcción de su identidad.
Como en 2005, estos disturbios han estallado tras la muerte de jóvenes en que aparecen implicados policías.
Amenudo los jóvenes perciben que los policías gozan de impunidad. Y la realidad, comprendida desde el plano estadístico dice que los policías son condenados en medida inversamente proporcional a los jóvenes: estos últimos cargan con penas en ocasiones demasiado pesadas en relación al delito cometido mientras que los primeros son condenados de manera poco severa, incluso aunque hayan causado la muerte de una persona.
De forma general, las relaciones de los jóvenes con los policías son cada vez más tensas, principalmente en razón del modo de actuar de las fuerzas del orden, que no se adaptan a la realidad actual de los barrios. Les controles sistemáticos y las operaciones con golpes y puñetazos de por medio existen desde hace años pero según constata nuestra red social esos comportamientos se han ido agravando en los tres o cuatro últimos años. El director de asociaciones de Aulnay-sous-Bois, una ciudad de Seine-Saint-Denis, al norte de París, ha abierto varios locales asociativos, entre ellos un café en el que no se sirve alcohol y hay un espacio de musculación. Le he telefoneado hace unos días para tomar temperatura de la situación y me ha contado que los policías aparecen en ocasiones varias veces al día para practicar con modos agresivos controles de identidad, amenudo a las mismas personas. Es una forma de acoso, es como si quisieran imponer su poder a una parte de la población de los barrios, en particular a los jóvenes.
Contrariamente a lo que afirma Nicolas Sarkozy, entiendo que usted da un carácter social a los disturbios...
Son a mi entender una forma de reivindicación política, que se ejerce a través de una violencia que no puede sino ser condenada, pero que es una manera de expresarse en relación a sus condiciones de vida, a la de sus padres, a la de sus vecinos. Aunque ellos mismos no sean conscientes de ello, la suya es una forma de contestación política a una situación social que creen que no tiene solución y para superar la cual no ven que exista ayuda alguna en materia de acción pública.
Este análisis social de las razones de la violencia ha sido muy criticado, calificado de angelical....
Creo que la mayoría de quienes han criticado este análisis no conocen la realidad de los barrios, porque no han estado nunca en ellos. Hace falta que los poderes públicos refuercen su presencia en los barrios, inviertan en urbanismo, en las ayudas para la instalación de empresas... Hace falta también acabar con la política de controlar a las asociaciones mediante el rechazo de formas de financiación estables. A fuerza de reducir sus presupuestos, han debilitado su acción, que jugaba un papel destacable cara a preservar la cohesión social. Desde 2005, el Estado ha hecho como si no pasara nada: ha lanzado una agencia nacional de renovación urbana, pero en lo concreto nada se ve en los barrios. La tensiones son tan fuertes como hace dos años, y todo puede recomenzar en cualquier momento.