Hasta New Line Cinema es un estudio que ha crecido descomunalmente a raíz de las millonarias recaudaciones obtenidas con la trilogía de «El señor de los anillos», por lo que busca otra trilogía que de continuidad a dicho éxito, siendo la elegida en primera instancia «La Brújula dorada». La compañía ya ha atado el contrato para tres películas de sus protagonistas y, en especial, a la estelar Nicole Kidman, por más que sus portavoces digan que la continuidad depende de la marcha comercial de la primera entrega. No es cierto, porque el desorbitante despliegue comercial, con un presupuesto que supera los 200 millones de dólares, indica todo lo contrario. Hay ya muchas marcas atadas en una operación de marketing que exige una inversión a más largo plazo. Además, el guionista Hossein Amini ha escrito la segunda parte, prevista para 2009. Por su parte, el autor de esta trilogía originalmente bautizada como «La materia oscura», el inglés Philip Pullman, no para de escribir, como si quisiera competir con su compatriota J.K. Rowling. Ha publicado un libro titulado «El Oxford de Lyra», que sirve de enlace con la futura secuela de la saga «El Libro de Polvo».

A todo el mundo va a extrañar que una superproducción fantástica de este calibre haya sido dirigida por Chris Weitz, quien junto a su hermano Paul ha venido dirigiendo comedias de bajo presupuesto que destacan por su mordacidad pero no precisamente por el despliegue de medios. Para él mismo no ha sido una decisión fácil, a pesar de que se enamoró de estos libros cuando rodaba en Londres «Un niño grande». Llegó incluso a entrevistarse con Peter Jackson para que le aconsejara sobre cómo hacer una saga épica, llena de efectos digitales. Salió tan abrumado de la entrevista que pasó por una crisis de pánico, que le llevó a rechazar el proyecto cuando ya había recibido el visto bueno del estudio. Al final tuvo que encarar las dificultades, después de que no apareciera un sustituto de garantías. Sus dudas están más que justificadas, debido a que para adaptar el primer libro, «Luces del Norte», se vio obligado a escribir un guión complicadísimo, que fuerza una narración demasiado enrevesada para los espectadores de menos edad, lo que le llevó a decidirse por guiños pensados para el público adolescente.

Otro de los aspectos conflictivos para sacar adelante «La brújula dorada» era el del ateísmo del autor, opuesto al catolicismo del irlandés C.S. Lewis y «Las crónicas de Narnia». Philip Pullman pertenece a la Sociedad Nacional Secular y practica un agnosticismo militante, que ha provocado que la lectura de sus obras sea prohibida a los niños de religiones instauradas dentro de los sectores conservadores de la sociedad. Para evitar los consabidos ataques, Chris Weitz decidió cambiar el nombre de la organización que persigue a la niña protagonista, y que en la trilogía es la Iglesia Católica, por el de Magisterio. Era una condición sine qua non, ya que la actriz Nicole Kidman no quería firmar su contrato si no se eliminaba cualquier referencia a la religión. Tanta prevención no ha servido de nada, puesto que la Liga Católica de los Estados Unidos ha mantenido el boicot, que sin duda hará subir las ventas de los libros. Visto lo visto con «El Código Da Vinci», cabe pensar que este tipo de campañas acaban siendo la mejor de las propagandas. Para ver tales ataques a lo sagrado en la pantalla, habría primero que entender la simbología que encierra «La Brújula Dorada», una tarea que no está al alcance de cualquiera, a no ser que se hayan cursado estudios sobre los mitos culturales y de lo que Jung llamaba el inconsciente colectivo.