Ha venido muy bien el reciente estreno de «Sin destino», ópera prima como realizador del húngaro Lajos Koltai, en la que adaptaba la novela homónima del premio Nobel Imre Kertész, la cual ofrece una visión del holocausto desde el punto de vista de un adolescente desubicado en el Budapest de la posguerra. En la película se apreciaba el cuidado especial que el cineasta pone en la estética visual, pues no en vano ha sido un experto director de fotografía presente en los títulos más importantes de su compatriota István Szábo. Para su segundo largometraje de máxima responsabilidad, con el que prueba suerte en Hollywood, ha mantenido esas constantes formalistas al poner en escena una novela de Susan Minot adaptada por Michael Cunningham, autor de «Las horas». Una presencia decisiva en el guión que nos sitúa ante uno de sus característicos dramas femeninos, con el paso del tiempo como desencadenante de sentimientos encontrados.

«El atardecer» es una película de grandes actrices, con Vanessa Redgrave ejerciendo el final de un matriarcado, cuando ya en el lecho de muerte los recuerdos de juventud le hacen dudar sobre el curso tomado por su vida pasada. Cincuenta años atrás, en la boda de una amiga, conoció a un muchacho que no ha olvidado y ahora se pregunta si tomó la decisión equivocada en su matrimonio.

Una de las hijas de la anciana es interpretada por Natasha Richardson, hija en la vida real de la Redgrave. Los caprichos del casting quisieron que también la hija de Meryl Streep, la actriz Mamie Gummer, fuera elegida para llevar a la ficción esa misma relación maternofilial entre ambas. Quien encarna a la protagonista de joven es Claire Danes, que sustituyó a Keira Knightley.