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Crisis de sociedad y penuria securitaria

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha controlado la crisis desatada en Villiers-le-Bel a base de refuerzos policiales y promesas de mejoras en la formación educativa y en la inserción laboral para superar la crisis en los llamados «barrios sensibles». A la espera de que presente un plan más detallado en enero, los agentes sociales que trabajan sobre el terreno se muestran más bien desconfiados. Decepcionados con el incumplimiento de las promesas lanzadas en la crisis de 2005, advierten de que poco o nada se ha hecho para mejorar las condiciones de vida en los barrios y, en consecuencia, para hacer desistir a los jóvenes de emplear la violencia urbana para expresar su sentimiento de frustración ante la falta absoluta de perspectivas de futuro.

Sarkozy, desenpolva los discursos de la ultraderecha para atribuir a la «falta de control de la cuestión de la inmigración» los males del presente, intentando por todos los modos ocultar la dimensión global del problema, ya que pone de manifiesto la quiebra de los valores de igualdad que preconiza la República. El presidente se suma a la larga campaña de estigmatización de los jóvenes, sin cuestionar un modelo policial que es fuente de una creciente tensión en las banlieues. La receta de la seguridad no va a servirle siempre para ocultar una crisis social que desborda los barrios populares.

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