El atentado de ETA contra el Palacio de Justicia de Sestao ha servido al PNV para acom- pañar la habitual condena con el anuncio de una ronda de contactos entre formaciones políticas. Es del todo opor- tuno que el nuevo líder tome el timón con la firme determinación de recuperar la iniciativa política. El tiempo dirá si sólo para sí mismo y su partido o también para este país.

Sin embargo, y dado el fuerte aroma a urna que impregna el ambiente -sin olvidar la hiperactividad del poder ejecutivo-judicial español que encadena detenciones y sumarios para achicar espacio al independentismo vasco-, ciertos anuncios de rondas que se ponen sobre la mesa corren el riesgo de resbalar y hasta de precipitarse hacia el vacío político. Máxime cuando en el pasado cercano tenemos un proceso de negociación que hizo aguas por la falta de determinación -y, sin duda, las responsabilidades en dicho descarrilamiento están repartidas- para entrar en la fase sin retorno, en la puesta por escrito de un acuerdo de resolución.

En esta estación de hielo y cadenas se aconseja conducir con el máximo de prudencia, para no escenificar una reconstrucción de puentes que, hoy por hoy, carece de base. Las oportunidades no brotan de la nada y exigen un grado de maduración que no concuerda con las prisas por construirse un traje de líder o por inventar coaliciones de último minuto para las elecciones españolas. Se me ocurre que los nuevos dirigentes de PNV y EA podrían arrancarse con unos pasos mucho más asequibles y realistas. De entrada, les propongo incluir en su ronda de presentación en el nuevo cargo una visita a la cárcel de Martutene, para tratar de estos y otros buenos propósitos para 2008 con Arnaldo Otegi. Luego, podrían dar otros pasos más significativos, como anular en las instituciones en que gobiernan los efectos de la Ley de Partidos sobre la que delibera ya Estrasburgo. Y si, definitivamente, creen que para hacer justicia no sólo cuentan los edificios sino también el disponer de un marco político y legal auténticamente democráticos, pueden acudir hoy a la Casa de Campo para dejar sentado que los vascos ni aceptamos ni acatamos que encarcelen a mujeres y hombres que han dedicado su vida a impulsar un horizonte de libertad para Euskal Herria.