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alpinismo Grandes Jorasses

La «Gousseault-Desmaison» doblemente liberada

Mientras el trío francés Labbre-Detrie-Wagner se hace con la línea original de la norte de las Grandes Jorasses, la cordada escocesa Robertson-Benson sale por la variante «Roling Stone».

Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

Han tenido que transcurrir nada más y nada menos que 34 años para que la mítica vía de la norte de las Grandes Jorasses, la Gousseault-Desmaison (VI, 6a, A1/A2, 1.200 m), haya sido liberada; además, por partida doble. Aprovechando las oportunidades concedidas por el potente anticiclón que visitó los Alpes entre primeros de octubre y mediados de noviembre, dos cordadas se decantaron por aportar un grano de arena más a una línea histórica que contaba con escasas repeticiones. Así, los escoceses Guy Robertson y Pete Benson se hacían en octubre con la primera en libre pero saliendo por la variante Roling Stone (6a, A2, 1.100 m, Kutil-Prochaska, Slechta-Svejda, 1979). Tanto los escoceses como Francois Marsigny (repetidor de la vía junto a Olivier Larios en el 2003) afirman que esta versión es más directa y más lógica que la original, y añaden que la vía en su conjunto «es probablemente la mejor línea mixta de los Alpes». Robertson y Benson la escalaron en cuatro jornadas. Les salieron 38 largos y superaron los tramos de artificial en M5/M6. Un dato a tomar en cuenta: los escoceses no utilizaron material fijo.

Unos días más tarde, concretamente el 3, 4 y 5 de noviembre, los franceses Pierre Labbre, Mathieu Detrie y Romain Wagner se llevaban la octava repetición y la primera en libre de la línea original. Según los protagonistas de esta actividad, ésta es la nueva graduación: ED+, 90º, 6b y M6. Repetidores de la versión original como Sthepane Benoist (2000) y Benoit Drouillat (2006) no tienen duda de que la original es comprometida y completa. En todo caso, estamos ante dos destacadas actividades en una de las vías más emblemáticas de la norte de las Grandes Jorasses. Y por cerrar esta presentación, no podemos obviar el papelón que han realizado los franceses Labbre y Wagner en este murallón alpino: es la primera vez que No Siesta (entre el 11 y 14 de octubre) y Gousseault-Desmaison son escaladas por una misma cordada en el mismo año.

Excelentes condiciones

De las dos escaladas protagonistas, Gara ha contactado con la cordada francesa para conocer lo que dio de sí esa primera liberación de la línea original. Wagner nos cuenta que, tras su escalada a No Siesta, tanto su compañero Labbre como él estaban tan motivados que necesitan hincarle el diente a otro gran reto. «Pierre me llamó y me dijo que quería volver a la montaña. Seguía el anticiclón, pero había mucho viento. Oímos que la norte del Eiger estaba en condiciones, pero un guía de Grindelwald nos informó que estaba a punto de nevar y que habría que esperar algunas jornadas. Cambiamos de planes. Pierre recibió una llamada de un colega de Grenoble y le dijo que la Gousseault-Desmaison estaba en condiciones. No había más que hablar», nos adelanta el alpinista de Toulouse.

Sin más dilación, los dos compañeros y Mathieu Detrie se dirigen a Chamonix. La Gousseault-Desmaison tiene su historia. Abierta entre el 10 y 25 de enero de 1971, acabó de forma trágica cuando Gousseault moría a 100 metros de la cima. Dos años más tarde, Desmaison la termina con M. Claret y Giorgio Bertone entre el 10 y el 17 de enero.

A diferencia de la actividad de No Siesta, esta vez el tren de Montevers funcionaba y la mochila, repartido el material entre tres, pesaba menos. No estaban solos en el refugio de Leschaux; se notaba que la norte de las Grandes Jorasses estaba en condiciones. El 3 de noviembre se encuentran a pie de vía. Deciden seguir la información de Benoist, quien describe en su croquis que el ataque comienza en las goulottes que están inmediatamente a la derecha de la Linceul. «Parece lo más lógico y evidente. No queremos salirnos de la original, y lo intentamos un poco a la derecha, justo en la franja rocosa. Después de sólo un metro de escalada, Pierre pasa un baga por un bloque, pero se queda con él en las manos y cae a la rimaya. Comenzamos bien... Finalmente, optamos por las goulottes que Desmaison, Claret y Bertone escalaron en el 73», adelanta Wagner.

Después de algunos largos, el trío se encuentra ante la primera tirada dura y una de las expuestas de la vía. Remontan una estrecha e incómoda chimenea taponada por la nieve. Labbre encabeza la tirada sorprendiendo a sus compañeros por su habilidad para superar ese tramo con nieve inconsistente, desplomado y con un último pitón muy alejado. Siguen por terreno mixto vertical más fácil, y pillan unos largos de roca que les permite acceder a la primera rampa de nieve. Allí montan el primer vivac.

Turno para Detrie en la segunda jornada. Largos mixtos de hielo pobre y no muy protegibles. Así llegan a la primera sección de artificial, justo la que les llevará a la segunda rampa. Wagner se enfrenta como cabeza de cordada: «Algunas presas se mueven y las de los pies también fallan. Estoy justo al aplomo de mis compañeros y no me puedo proteger. Si me caigo puedo herirles con mis crampones. Sufro, pero avanzo. Llego a un bloque y meto un camalot. La cosa se pone más fácil y eso me permite avanzar más rápido. Llego a la reunión. Este primer largo de A1 no fue demasiado duro para liberar (6a), y me da confianza para seguir. Me espera otra tirada dura. Mixto delicado en una fina placa. Le sigue una fisura tiesa y muy larga. A la derecha hay otra placa lisa que me ofrece algún apoyo para los pies. En un estilo nada estético y con algunos chillidos tipo pequeño animal herido monto la reunión. Comienza a ser tarde, no veo dónde montar vivac y hago tres largos más. A las 9 de la noche organizamos nuestro segundo vivac».

Visos de tragedia

Labbre comanda la escalada en el tercer día de actividad. Supera largos bonitos y verticales en hielo puro. Siguen por algunos tramos de roca y hacia las dos de la tarde llegan al vivac descrito como el más confortable de la vía. Pero todavía es pronto y deciden seguir. Pasan al lado de unos vestigios que seguramente serían de los escaladores de la primera tentativa. Así se plantan ante el último bastión, y se preparan para pasar una noche nada confortable.

Última jornada en la Gousseault-Desmaison. Hace frío y mucho viento. Además, tal y como nos informa Wagner, Detrie no se encuentra nada bien: «Pasa toda la noche tosiendo, sangra algo y respira mal. Tiene edema pulmonar. Parece, como en el 73 con Serge Gousseault, que la historia se repite. Tenemos que sacar a Mathieu lo más rápido posible. Me toca otro tramo de artificial, y me digo que los superaré en libre, sobre todo para ganar unos bonitos minutos para Mathieu. Voy rápido, pero las dificultades me impiden escalar con guantes. Hace 15º bajo cero; la sensación es horrible. De dos regletas paso hacia un diedro donde puedo meter buenas protecciones. Meto un clavo en un diedro liso. Mis manos están heladas y no las siento. Escalo una sección en dulfer, veo la reunión y me apresuro a montarla. Este segundo largo de artificial es de 6b. Mathieu sigue mal. Sigo rápido. El viento y el frío hacen que no podamos disfrutar de los últimos largos. El antepenúltimo intercepta el acceso a la cima. Tiene poco hielo, y eso hace que los pasos sean delicados. Será un largo de M5+/M6, uno de los más bonitos de la vía. Salimos al sol, pero el viento sigue siendo muy fuerte. Mathieu tiembla. Seguimos batallando y llegamos a la cima Walker a las 3 y media de la tarde. El descenso, al ser tan largo y peligroso, decidimos pedir ayuda. En menos de 20 minutos llegan los del PGHM y se llevan a nuestro amigo. Pierre y yo llegamos a Boccalate a las 9 de la noche. Al día siguiente visitamos a Mathieu; pasó toda la noche enchufado al oxígeno».

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