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Mati Etxebarria Internacionalista

Viva Cuba libre, ¿en Miami?

Cada vez que oigo al presidente de los EEUU terminar sus discursos sobre Cuba con un prostituido y amenazante «¡Viva Cuba libre!», solo se me ocurre pensar que no será la Cuba libre de verdad, la de José Martí

Cuba vive un momento importante de su historia, de eso no cabe duda, nadie tiene la bola de cristal para predecir su futuro cercano. El debate está abierto, y va creciendo en intensidad y matices al interior del propio país. Yo confió en que al final será la voluntad de los cubanos la que prime y no intereses extranjeros cargados de malas intenciones. La voluntad de esos cubanos dignos que han demostrado desde 1868, cuando se alzaron en armas por primera vez contra el dominio español, y a lo largo de su historia, ser celosos de su independencia y saber defenderla en los momentos precisos.

En este archipiélago antillano la soberanía real siempre ha sido la antítesis de ser vecino del imperio más poderoso y agresivo que ha conocido la humanidad. Y eso es esencialmente un conflicto político, conflicto que a estas alturas hay que escribir con mayúsculas y con sentido claramente geoestratégico, más cuando el proceso de trasformaciones sociales y políticas se ha convertido en América Latina en una epidemia a ojos del imperialismo gringo y europeo.

Pero no, hoy no voy a hablar de geopolítica, ni de estrategia, ni de «políticas comunes europeas», no voy a relatar la soledad gringa -acompañada de muchos gobiernos hipócritas- en su bloqueo a este país donde habitan 11 millones de personas de carne y hueso. Hoy me resisto a resumir y analizar los cientos de páginas donde, asépticos politólogos y periodistas listos de diversos pelajes, describen y planifican lo que les conviene a los habitante (presentes y ausentes) del carismático país que llevo en mi corazón por razones muy íntimas.

No, hoy definitivamente voy a pasar de mi supuesta capacidad para explicar las complejidades políticas del mundo en que vivimos, y me voy a permitir llevarles de la mano en un corto viaje, directamente a través del espejo, para que sientan o se den cuenta cabal del dolor tan humano, tan intenso, que causa esa «preocupación por los derechos humanos» que dicen guía la política de los EEUU y de la Unión Europea para con este hermoso país

Y para este corto trayecto me basta con transcribirles, sin más, algunos párrafos de una carta familiar (censurada por mí para evitar represalias, y no del «régimen castrista» precisamente): «Mami aún no ha podido preparar su viaje a Cuba, pues en Miami siguen amenazando a los cubanos que viajen a la Isla, diciendo que les quitarán sus beneficios económicos. Ella tiene miedo de arriesgarse, viajar y que a su regreso le retiren la ayuda económica... es de lo que ella vive y si la pierde quedaría totalmente desprotegida... de todas formas está loca por ir a ver a la familia y sobre todo a tía (...), que está tan malita, lo cual le preocupa mucho, y siente una gran ambivalencia e impotencia».

Si añado que la señora de la misiva, afectada por el miedo de viajar a su país, tiene 83 años, su hermana muy enferma pasa de los 85 y sus otras hermanas en Cuba (que son su mayor preocupación familiar) andan rondando los 90, tienen completo el cuadro humano. Bueno, para ser precisos habría que decir el cuadro inhumano, pues no es otra cosa eso de amenazar ancianas.

Y todo esto, más otras miles de situaciones familiares y personales similares son simples consecuencias de una política oficial -la de los EEUU y la UE-, que los grandes medios de comunicación nos venden además como legítima y razonable, pero que como pueden apreciar son en realidad de una crueldad infame. Por eso, cada vez que oigo al presidente de los EEUU terminar sus discursos sobre Cuba con un prostituido y amenazante «¡Viva Cuba libre!», solo se me ocurre pensar que no será la Cuba libre de verdad, la de José Martí -que definió acertadamente a los EEUU como un monstruo-, la que pueda crecer y vivir en Miami, donde reinan el miedo y el chantaje.

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