En la clausura de su duodécimo congreso en Tifariti, el Frente Polisario amenazó con retomar la lucha armada si las negociaciones con Marruecos no progresan. Mohamed Abdelaziz, reelegido como secretario general, aseguró que los saharauis «están preparados para una guerra larga, sin límites en el tiempo ni en el número de batallas». «Si la ONU fracasa en su obligación de propiciar la descolonización del Sahara Occidental, no nos quedará otro remedio que la lucha armada, porque nuestro pueblo se ha desilusionado ante la ineficacia de la misión de la ONU para el referéndum», afirmó Abdelaziz.

No obstante, incidió en que la prioridad sigue siendo la vía diplomática, aunque no se mostró muy optimista sobre un cambio de actitud de la monarquía aluí.

El 7 de enero se reanudarán las negociaciones auspiciadas por la ONU en Manhasset, cerca de Nueva York. En las dos primeras rondas, celebradas en junio y agosto, no hubo avances.

Rabat se niega a convocar un referéndum de autodeterminación, tal y como exigen los saharauis. A cambio, propone un plan de autonomía.

En la declaración final del congreso -al que asistieron 1.750 delegados y varias representanciones internacionales-, el movimiento independentista reiteró su intención de participar en la tercera ronda de contactos pero en caso de fracaso, insistió, «se corre el riesgo de que las hostilidades se reanuden, por lo que apelamos a Marruecos a que no deje pasar la ocasión para ir a una paz justa y definitiva». Advirtió de que «las negociaciones no pueden eternizarse y constituir un objetivo al servicio de las intenciones coloniales, que el pueblo saharaui no acepta de ninguna forma».

Por ello, los congresistas pidieron «a la nueva dirección que haga una evaluación exhaustiva de las negociaciones en curso, saque las correspondientes conclusiones y adopte las decisiones apropiadas en defensa del derecho legítimo del pueblo saharaui a la independencia».

El Frente Polisario acusó a Rabat de «reprimir las poblaciones civiles en los territorios ocupados», de imponer un bloqueo militar y obstaculizar la entrada en el Sahara Occidental de observadores y periodistas.

Resaltó también «la responsabilidad histórica, moral y jurídica» del Estado español sobre «la descolonización» del territorio y le apeló a «asumirla plenamente». Al Estado francés, le instó a adoptar «un rol más constructivo» y a contribuir en la búsqueda de una paz «justa y definitiva» para el Sahara.