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Koldo Campos Sagaseta 2007/12/19

Contertulios «ex rojillos»

REBELIÓN

Tal parece que un requisito casi imprescindible para convertirse en contertulio de los grandes medios de comunicación es haber sido «rojillo» alguna vez. No rojo, que suena demasiado ortodoxo, casi estalinista, sino «rojillo», un término más entrañable y familiar. Y tampoco recientemente, sino entonces, cuando la dictadura justificaba, incluso, ciertas veleidades comunistas a los que hoy fungen de oráculos y árbitros de la opinión pública.

(...) Y es que contar con un pasado «rojillo», así fuera tan fugaz que no quede ni memoria del viaje, ni siquiera constancia en muchos casos, para mejor arremeter contra su espejo, sirve a algunos amigos de tangos y milongas como común coartada con que cubrirse «la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser».

Coartada, por otra parte, que goza, no por casualidad, de especial predilección en las gerencias y despachos en las que se reparten cámaras y micrófonos, además de otras gracias y retribuciones. (...)

Por ello nunca vamos a escuchar a un contertulio que, actualmente, siga siendo «rojillo» o, simplemente, rojo, reconocer que fue facha o macho enjaulador o embaucador de almas o déspota patrón. Como excepción, quienes alguna vez hemos dado gracias a Dios y a su Iglesia por nuestro presente ateismo. (...)

Además, el que se haya extendido entre tantos contertulios esa costumbre de reconocerse memorias «rojillas», que casi ya parece una epidemia, para mejor ilustrar sus actuales desvaríos, sirve a las empresas de comunicación para reducir la nómina de oráculos y ahorrarse algunos sueldos, dado que ahora cuentan con dos contertulios en uno. El mismo invitado que, por ejemplo, ha defendido las ventajas del tren de alta velocidad, capaz de depositarnos en la puerta de la oficina de empleo una hora antes, es también, desde su pasado «rojillo», el encargado de traducir la opinión contraria, caso de que exista, y hasta valorarla.

El problema es lo aburridas, lo falsas, lo insulsas, lo insoportables que se vuelven las tertulias.

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