María Angeles Durán 2007/12/18
Días de Navidad
PÚBLICO.es
Resulta casi imposible atravesar las fiestas navideñas sin dedicar alguna reflexión a los ritos. Al por qué, el cómo y el cuando de la celebración de la Nochebuena y la Navidad, así como del Año Viejo y el Año Nuevo.
Son casi universalidad los ritos de la luz, la prolongación de las noches y el acortamiento de los días. Muchísimas culturas, y desde tiempos muy antiguos, han establecido grandes festejos alrededor del momento en que el Sol parece detenerse en su carrera hacia la oscuridad e inicia su retorno trayendo calor y vida a la Tierra. Los cristianos tardaron tres siglos en asumir como propias las fiestas previas en honor de diferentes dioses que simbolizaban la renovación de la luz, pero cuando finalmente lo hicieron, unificaron las celebraciones en todos los confines del imperio romano. Después, a través de las potencias coloniales europeas, la Navidad se extendió como un ritual importante por todo el mundo, centrado en la fecha del 25 de diciembre.
Navidad nos obliga a pensar si las sociedades pueden subsistir sin ritos, inclinándonos a pensar que no. Y si es así; ¿quién los inventa, los adopta, los refuerza, los impone? Estas celebraciones recogen una historia coral y política que dura ya 2.000 años en su versión cristiana, y mucho más si se recuerdan las versiones anteriores. No tienen un inventor único y son mestizas, nacidas por la fusión de diversas tradiciones. La iconografía es anacrónica e imaginativa, deudora simultánea de los paisajes nevados del norte de Europa y de los pastores de ovejas de la árida Belén. Priman los colores verde y rojo, verde porque se asocia con la vuelta de la vegetación y rojo porque simboliza la pasión, el fuego de la vida. Les acompaña el amarillo, recuerdo del esplendor del oro, de la riqueza deseada y nunca del todo conseguida. (...)