El empate a 24 que finalmente firmaron Itxako y Akaba no supo igual a los dos contendientes. Mientras las locales se lo tomaron como un pasito atrás, las de Reyes Karrere celebraron la igualada como si de una victoria se tratara. No en vano, las de Lizarra dispusieron de un último balón para desequilibrar la balanza, pero las guipuzcoanas defendieron el punto con uñas y dientes.

Como en todo derbi que se precie, la igualdad fue la tónica dominante. Bien es verdad que las de Ambros Martín llevaron la iniciativa por jugar en propia cancha e incluso llegaron a marcharse hasta de tres goles, pero las visitantes nunca permitieron que la renta fuera excesivamente grande e hicieron la goma durante todo el choque.

Arreones y reacciones

A los arreones locales, el Akaba contestaba con rápidas reacciones. El equilibrio se reflejó incluso cuando las dos escuadras se retiraron a descansar a vestuarios. A falta de dos minutos para el intermedio, Tati Garmendia adelantó a las suyas con un penalti, pero la veloz transición ofensiva del Itxako que propició el gol de Mihai dejó el electrónico en un 12-12 significativo.

A los ingredientes ya señalados se unió uno más en la reanudación. El respetable la tomó con los árbitros en lo que consideró una aplicación errónea del juego pasivo en las acciones del Akaba. A la bronca in crescendo de la grada se añadieron sendos penaltis fallados por las lizartarras y los dos lanzamientos desde los seis metros que cortocircuitó Bouveret en otras tantas contras.

Al final, la alegría y la tristeza fue por barrios, si bien el choque dejó las suficientes dosis de emoción, calidad, entrega y tensión que se le presuponen a un buen derbi.