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Martin Garitano Periodista

Cambios en el mundo

Dicen los paladines de la negación radical de la reclamación nacional vasca que vivimos un mundo cambiante y que lo nuestro no tiene sentido más allá de la reivindicación de un anacronismo. ¡Como si fuéramos los vascos los que pedimos fronteras con barra bicolor y casetas para los carabineros!

Lo cierto es que el mundo muda, está en cambio. En Katmandú la Asamblea de Diputados acaba de poner de patitas en la calle al rey. Gyanendra deberá, a partir de ahora, buscarse las alubias fuera del Palacio Real, se tendrá que olvidar de su origen divino y facilitará con su fuga el proceso de paz en Nepal con la guerrilla maoísta. En Escocia los amigos de Sean Connery están a punto de declarar la independencia de lo que fue reino y luego anexionado a la corona de Isabel II. Y no pasa nada. Lo harán por respeto a la decisión popular y lo más grave que puede suceder es que a su graciosa majestad le dé un bajón y beba una botella de Beefeater en recuerdo de su difunta madre. Todo normal, pues.

También flamencos y valones parecen a punto de firmar un divorcio de los que llaman civilizados. No se quieren y en el corazón mismo de la Unión Europea podemos asistir a la creación de dos nuevos estados sin que medie conflicto violento alguno. Y es que el respeto a la voluntad popular es la base de la ausencia de conflicto. Y también en Kosovo soplan aires frescos. Con la conocida oposición de Aznar y la dominante Serbia, todo el mundo entiende el derecho de los albano-kosovares a tomar decisiones trascendentales para su propio futuro. Y serán independientes en el corazón mismo de Europa mediante el ejercicio más democrático: la opción, la autodeterminación.

Y, mientras tanto, los vascos vivimos bajo la bota de dos playboys -uno más viejo que el otro- que niegan la existencia misma del conflicto. Porque de lo que se trata es de negar la existencia de nuestro pueblo. Y los dos playboys saben que en cuanto reconozcan nuestra existencia tendrán que reconocer nuestro derecho a la libertad. Mientras, nos tocará seguir en la pelea y llorando a buena gente como Nati Junko.

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