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Miedo a la desaceleración

 

Ignacio URIARTE Crédit Agricole-Mercagentes

Año positivo en las bolsas mundiales, especialmente en las de los países emergentes, pero marcado por un recurrente miedo a la desaceleración económica mundial que se iniciaría desde los Estados Unidos. Ya en marzo se escucharon voces prestigiosas anunciando una alta probabilidad de recesión en los EEUU que contagiaría al resto de las economías del mundo. Este miedo ha provocado tres momentos críticos, de bajadas acentuadas, en las bolsas: marzo, verano y noviembre.

El estallido de la crisis hipotecaria en EEUU desató las alarmas de los principales bancos centrales, los mercados de crédito y, en general, de todos los mercados financieros del mundo. Desde el mes de julio tanto el BCE como la FED no han descansado en la continua inyección de liquidez para intentar compensar su falta en el mercado interbancario. El sector financiero es el que más ha sufrido en la segunda parte del año y será el principal a seguir en el primer trimestre del siguiente. Además, el año también se ha visto marcado por la fuerte alza del petróleo y, en general, de las materias primas. Esta situación ha provocado miedo al repunte de la inflación y, en consecuencia, ha metido presión a los bancos centrales para no bajar en exceso los tipos de interés. Por otro lado las divisas han sufrido este año movimientos muy bruscos y acentuados siendo la peor parada el dólar, moneda que ha tocado mínimos históricos en varios de sus pares. Esta situación ha añadido incertidumbre a los mercados.

Sin embargo, las empresas han logrado de nuevo, trimestre a trimestre, dar cifras de beneficios superiores a las anteriores, y los datos de PIB y de empleo siguen siendo fuertes y alentadores. La excepción más importante ha sido el tercer trimestre del sector financiero americano y europeo que se ha visto obligado a provisionar grandes cantidades por los activos relacionados con el mercado hipotecario de los EEUU.

La principal preocupación de las bolsas para el año 2008 será que la abundante liquidez existente sea transmitida a los mercados mediante un normal funcionamiento del mercado de crédito. Para ello la confianza en que las cuentas de los grandes bancos mundiales ya estén limpias y la estabilización del mercado hipotecario de los Estados Unidos son dos condiciones fundamentales que se deben cumplir. Tanto la Reserva Federal estadounidense como el BCE acompañados por el propio sector financiero y por los gobiernos ya han puesto en funcionamiento mecanismos en ese sentido. La fortaleza económica mundial apoyada en el crecimiento de los grandes países emergentes ayudará a resolver el problema en la primera mitad del año.

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