El Baskonia pasó ayer por Sevilla como si del mejor balneario se tratara, por los efectos reparadores que tuvo su estancia en el Municipal de San Pablo. Y es que, al margen de una victoria liguera cómoda tras mucho tiempo, el viaje a la capital andaluza sirvió para recuperar a jugadores lesionados como Rakocevic y Mickeal, meter en dinámica a Jasaitis y Prigioni y acoplar a la última incorporación, Gabe Muoneke. El único pero fue la actuación con valoración negativa, -9, de un Will McDonald que no acaba de hacer sombra a Splitter.

A decir verdad, más que las bondades de la capital andaluza, al Baskonia le sentó fenomenal enfrentarse a un tristísimo Cajasol sin alma y cuyo entrenador quedó en la cuerda floja por la imagen mostrada por un equipo con potencial individual para mucho más. Así, salvo una corta fase al principio del segundo cuarto en la que el equipo local aprovechó los fallos gasteiztarras, el partido fue un paseo para los de Spahija.

Planinic, que firmó un espectacular e inusual 5/5 en triples, fue el jugador que rompió el choque en la primera mitad y a partir de ahí el choque apenas tuvo historia.

En esta tesitura, el partido se presentó como la oportunidad ideal para Neven Spahija de rotar a sus jugadores e ir metiendo en dinámica a los que más lo necesitaban. Prigioni dio un paso adelante cuando le tocó relevar a un Planinic crecido, Mickeal y Rakocevic recuperaron sensaciones tras varias semanas fuera y Gabe Mouneke tuvo una aceptable actuación nada más aterrizar en su nuevo club.

En definitiva, el Cajasol fue el rival idóneo dentro de un calendario asfixiante, que depara, a priori, un duelo mucho más exigente en menos de 48 horas mañana ante el DKV Joventut de Rudy Fernández y Ricky Rubio.