Denuncia por una agresión homófoba en Iruñea
La reciente agresión a un joven en el barrio de Donibane de Iruñea ha vuelto a poner de manifiesto la persistencia de valores que cuestionan los avances en materia de respeto a la opción sexual de las personas. Las iniciativas para equiparar en derechos a gays, lesbianas y transexuales tienen su otra cara en situaciones como la vivida por el joven David Azkona, vejado y golpeado tras salir de un bar de ambiente gay. Por su componente de violencia, este hecho ha llevado a una denuncia pública y hoy a una concentración en las calles. Pero una agresión como la ocurrida en Donibane debería llevar aparejada una reflexión más profunda sobre el grado real de penetración de las normativas frente a otras influencias que se remontan más atrás en el tiempo y que dejan un poso de valores retrógrados que se expresan en actitudes cotidianas, cuando no en exaltaciones excluyentes del tipo de la patrocinada por los sectores más recalcitrantes de la Iglesia católica el pasado fin de semana en Madrid. No cabe obviar la fuerte implantación, el brillo social y el apoyo gubernamental del que todavía a día de hoy disponen organizaciones religiosas extremistas asentadas en Nafarroa que se destacan por su visión moral excluyente y su afán de homogeinización de la sociedad. Y no precisamente en torno a valores de igualdad.