De la techumbre del vetusto Boston Garden colgaban, además de la veintena de números de mitos retirados, dieciséis banderas, testigos del rancio abolengo de un club que, sin embargo, lleva más de dos décadas sin anillos. Se llevaron las banderas, y el parqué, al Fleet Center, rebautizado como TD Banknorth Garden, pero ha sido la llegada de Kevin Garnett -una mala bestia con ganas de fumarse un puro de una vez por todas- a Boston lo que ha obrado el milagro de los del trébol en forma de 26 victorias y 3 derrotas, más que los rezos a San Patricio. De momento, ya han ganado más que en toda la temporada pasada (24-58).

Garnett, Ray Allen y Paul Pierce están destrozando rivales a dentelladas y ya les comparan con los incomparables Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish, que formaban el genuino Big Three de Boston. Danny Ainge, el rubiales que junto al malogrado director de operaciones Dennis Johnson se benefició de aquel extraordinario frontcourt para bombardear aros, ya adelantó desde su actual cargo de director ejecutivo de la franquicia de los de Massachussets que Allen, Garnett y Pierce «no serán un big three hasta que ganen un campeonato».

Vetusta es, también, un rato largo, La Casilla bilbaina. Allí no hay trapos que adornen el techo ni números colgando, aunque a este paso habrá que ir pensando en hacerlo en el BEC. Tampoco hay, por ahora, ningún big three con el que hacer comparaciones, ni Txus Vidorreta es KC Jones. Sin embargo, el de Indautxu ha sido designado entrenador del mes de diciembre, no en vano -y para pasmo cuasi generalizado- iurbentia Bilbao Basket no sólo se ha asegurado ser cabeza de serie en la Copa, sino que termina el año como líder. Y para lograrlo no basta con tener un trébol de cuatro hojas o flor alguna en sálvese la parte.