Dicen que el tirón de los buenos propósitos habituales de estas fechas aguantan, en la mayoría de los casos, entre dos semanas y un par de meses. El Athletic ya ha alcanzado, al menos, los dos primeros días.

El equipo rojiblanco comenzó 2008 con una imagen sólo ligeramente mejor a la que ofreció en la despedida de 2007, pero al menos cumplió con el primer objetivo del año. Y por partida doble. Porque mañana estará en el bombo de octavos de final, algo que tenía prácticamente asegurado tras el empate del partido de ida, pero es que además ayer celebró su segunda victoria de la temporada en San Mamés. Que no es moco de pavo, viendo cómo le han ido las cosas hasta ahora, por mucho que enfrente tuviese en esta ocasión a un equipo de Segunda y que el resultado fuera, y por mucho, lo mejor del partido. Junto al acierto de David López, que adelantaba a los suyos con un bonito gol de falta, y el reencuentro de Aritz Aduriz con el gol en La Catedral, donde no había marcado exceptuando el tanto del pasado sábado con la selección, desde hacía casi un año.

El triunfo fue, además, merecido, pese a que a los rojiblancos les tocó, una vez más sufrir. Al menos en una primera hora en la que, sobre todo a base de jugadas a balón parado, el Hércules sacó los colores a la defensa local en más de una ocasión. Los dos equipos, de hecho, anduvieron más finos en el área rival que en la propia, aunque a ambos les faltó puntería.

Entre las dudas en defensa y lo ajustado del marcador con el que se llegaba a la cita -claramente favorable a los bilbainos, aunque un gol clasificaba a su rival-, a más de uno se le atragantó el bocadillo durante un primer tiempo igualado. Tras unos primeros minutos de fuerte presión por parte herculana, el equipo de Caparrós se fue sintiendo algo más cómodo sobre el césped y supo aprovechar la necesidad de su rival para lanzarse a la contra en busca del gol que sentenciase la eliminatoria. Lamentablemente, ni Garmendia ni Aduriz -dos de las seis caras nuevas del once-, ambos en un par de ocasiones y con disparo al palo del donostiarra incluido, hicieron diana.

Estuvieron a punto de lamentarlo cuando, a la media hora, César estrellaba una chilena en el larguero. El remate del central alicantino fue el preludio de los mejores minutos -más por intensidad que por juego- del equipo de Goikoetxea y, por tanto, de los de mayor sufrimiento por parte del Athletic, que vio cómo el balón apenas sí salía de su área en los momentos previos al descanso.

A más

Afortunadamente, la cosa cambió tras el paso por vestuarios. El Hércules amagó todavía con convertirse en uno de los outsiders del presente torneo copero, pero el Athletic no tardó demasiado en adueñarse por completo, o casi, del partido.

El cabezazo de Igor Gabilondo al larguero tras un buen centro de David López, nada más reanudarse el choque, abrió una nueva fase del choque, en la que las mejores -y prácticamente todas, exceptuando un par de errores de zaga y portero que pudieron costar caros- ocasiones tuvieron color local. Más aún tras la entrada de Fernando Llorente que, de hecho, estuvo a punto de inaugurar el marcador, con un remate a la media vuelta que se marchó lamiendo el palo.

Afortunadamente, David López ajustó un poquito más con la falta que, a veinte minutos del final, acababa con las preocupaciones. Athletic y Levante dieron por definitivamente sentenciada la clasificación, con resignación por parte visitante y ganas de alegrar aún más la noche a los suyos por parte local. El balón siguió moviéndose casi exclusivamente por la parcela herculana y los bilbainos acabaron por ampliar su ventaja. Aunque fuera en el último minuto y con un riguroso penalti que se encargaba de transformar Aritz Aduriz. Once meses después de su último gol en San Mamés, el delantero volvía a ver puerta, poniendo el broche a un partido con el que su equipo espera inaugurar no sólo calendario, sino también una nueva fase en su trayectoria.

Una fase, por otra parte, más apretada porque el Athletic tiene cita asegurada los dos próximos miércoles.