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«No quería vivir cómodamente y pensar que tenía que haber sido actor»

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TXEMA BLASCO

Actor galardonado con el premio «Adindua» del Ayuntamiento de Gasteiz

«Empezar el año con un premio siempre anima», reconoce el actor Txema Blasco (Gasteiz, 1941). Y es que, acaba de ser galardonado con el premio «Adindua» que otorga el Ayuntamiento de Gasteiz con motivo del ciclo cinematográfico destinado a la tercera edad, que se proyecta estos días en el Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo Artium.

Josune VELEZ DE MENDIZABAL | GASTEIZ

Txema Blasco ha realizado más de 70 películas a lo largo de su trayectoria como actor. Debutó como profesional con más de cuarenta años y a los cincuenta decidió que ésa era su verdadera vocación. Desde entonces, a Blasco no le han faltado papeles que interpretar. Y es que no puede estar quieto a pesar de que reconoce que es una profesión inestable y dura. «Las peores fechas son las de final de año, porque no se sabe qué se va a hacer el año siguiente -explica el gasteiztarra-. Así que, empezar el año con un premio siempre es un aliciente para cargar baterías». La última película que ha rodado el actor, todavía sin estrenar, es «Todos estamos invitados» de Manuel Gutiérrez Aragón.

El premio «Adindua» se lo otorgan porque consideran que usted es un ejemplo a seguir por las personas mayores que persiguen un sueño. ¿Se identifica con el galardón?

Simplemente es una satisfacción que se acuerden de uno para esas cosas, aunque al fin y al cabo lo que hago es cumplir con mi trabajo. Y es que, con la edad que tengo no puedo hacer papeles de joven (ríe). Ya en el año 92 hice de abuelo en «Alas de Mariposa», es decir, que soy abuelo para toda la vida.

Usted se lanzó al mundo de la interpretación a la edad de 50 años por lo que se deduce que inquietudes no le faltaban, ni entonces ni ahora. ¿La edad no importa?

Creo que hay que tener inquietudes en todo momento de la vida y cuando llega una edad más elevada de lo normal, tener un pelín de inquietudes te da vida. Hay que estar siempre mirando hacia adelante y haciendo proyectos.

Usted mismo abandonó la seguridad económica y laboral que le daba una vida de contable para ser actor. Dio el paso. Siguió su instinto y sus anhelos. ¿No sintió vértigo?

Creo que no. Sí que lo consideraba una locura porque no sabía qué iba a pasar, pero creo que mi auténtica vocación me impulsó a ello. Desde chaval mi vocación ha sido el teatro y el ser payaso. Yo no quería vivir cómodamente y decir que tenía que haber sido actor. Si no puede ser por lo menos que no sea porque no lo he intentado.... es una vida totalmente diferente de la que te da la seguridad de una empresa, pero bueno.

Antes de ser actor profesional fue payaso, ¿cómo recuerda aquella época?.

Sí, así es. Yo siempre he dicho que al payaso se lo debo todo. Me ha enseñado a enfrentarme al público, a improvisar, a salir de apuros, la expresión corporal... Todas las facetas que pueda tener un actor están en la de payaso. Y sobre todo la satisfacción el hacer reír a la gente.

Por lo tanto, ¿valora el humor a la hora de elegir el papel?

No, no, no... Independientemente de eso creo que no hay papel malo ni personaje pequeño. A todo personaje hay que darle vida y en el caso de un papel secundario éste sirve para arropar a los protagonistas. Cuanto mejor lo haga el secundario más destaca el protagonista. Y por eso unido con este tema, hago muchos cortos porque además apoyan a la gente que empieza en este mundo, porque al fin y al cabo son la cantera del cine. Y además te permite hacer personajes que en el cine o la televisión no puedes hacer.

Empezó usted con una edad, y a pesar de que ahora gasta otra ¿considera que le han encasillado en el papel de abuelo?

Precisamente los cortometrajes te permiten hacer personajes que no son papeles de abuelos. Y además hay personajes de una cierta edad que pueden ser otras cosas como un maestro, un asesino, un mendigo, un padre...

¿Sabía usted que en Wikipedia figura como el actor que más cortos ha hecho en el Estado español?

Sí, eso me dicen. Mi representante me insiste en que no haga más cortos pero ¡cómo no los voy a hacer! Para mí los cortos son una manera de mantenerme en forma y pasar el tiempo que tienes entre los trabajos de «pago». A los directores siempre les digo que yo pongo la experiencia y ellos la vitalidad.

Pero existe un desfase en cuanto a su puesta en escena en la gran pantalla, y es que su primera película no fue «Vacas» de Julio Medem como tantas veces se ha dicho, sino «La fuga de Segovia». ¿Cómo lo recuerda?

Debutamos muchos actores vascos como Ramon Barea, Alex Angulo, Clara Badiola, Patxi Bisquer...y esa película sí que fue fetiche, porque muchos de los que entramos en aquel reparto ahora estamos trabajando por ahí. «Tasio» fue la segunda, la tercera «Fuego eterno», continué con «Todo por la pasta», «Alas de Mariposa» y «Vacas».

Muchos directores, productores y actores vascos en Madrid. Las instituciones no ayudan lo suficiente al séptimo arte. También usted se ha ido a vivir allí.

Sí que ha habido muchos que se han tenido que ir allí. Cuando llegas te dicen «¡otro vasco!», qué más quisiera yo que trabajar en mi tierra, pero hay que buscarse trabajo donde sea... Urbizu, Medem, Bajo Ulloa, Sojo, Tinieblas... todos han demostrado que valen, y además son veteranos y que hacen buenos trabajos. ¿Por qué no se les apoya? Es gente reconocida que no te va a defraudar y es una pena que haya esas reticencias. Muchas veces se prefiere poner un tranvía o arreglar una plaza de toros cuando hay otras facetas que merecen la pena que sean apoyadas. Además, fuera nos tienen como no nos tenían hace años. Ahora dicen «joder vasco, ¡cómo trabajáis los vascos!». Por lo que estamos demostrando lo que valemos.

 
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