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Raimundo Fitero

Revuelto

Me he detenido un rato en «Corazón de invierno», y me cuesta aceptar de buenas a primeras la mirada a la sociedad que se hace desde este programa de la primera estatal que cada vez se parece más a un parque temático. La presentadora del régimen, Anne Igartiburu, parece una efigie de porcelana, con todos su rizos colocados en el lugar exacto, exactamente igual que hace diez meses, o dos años, mostrando la ausencia del paso del tiempo que no es fruto solamente de un maquillaje eficaz, sino de otras intervenciones profesionales con anestesia local o general.

Desde este frontispicio hasta el final, lo que nos cuentan es francamente difusor de un mundo irreal, con un tratamiento tan meloso que empalaga de todas las maneras que uno pretenda acercarse. Y con unas presencias constantes, lo que nos lleva a pensar que se trata de un espacio televisivo institucional dedicado a la alienación general y al realce en particular de la monarquía porque siempre aparece la casa real tratada como de cuento de hadas o como sucedió en la entrega del jueves con un acercamiento a los abuelos Aznar-Botella que recuerda otros tiempos en los que este señor bajito colocaba los pies encima de la mesa de otro señor alto, pero con las ideas a la misma altura. El motivo es el nacimiento del tercer vástago de la hija de la pareja modélica de la derecha extrema, y ahí nos colocamos la duda, ¿eso es noticia de corazón, política, de sucesos?

La cosa iba tan ajustada en el tiempo y la confusión que se fundió el programa del corazón con el telediario y parecía parte de la misma instancia informativa, porque apareció el lugar donde el PP se convierte en gaviota aguileña y tuvimos que esperar a que Ana Blanco, la otra efigie de la comunicación neutra, nos dijera buenas tardes, para enterarnos que habíamos pasado del corazón al talón bancario. Lo único que puedo asegurar es que un señor que presidía una empresa eléctrica y se dedicó a crear tensiones políticas por todos los lugares donde colocaba sus acciones y sus dividendos, aparece al lado de Mariano como baluarte de la eficacia. Que vuelva Chiquito de la Calzada, que es más serio.

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