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El macizo de Pagasarri continúa sufriendo agresiones medioambientales

Usuarios del macizo de Pagasarri denuncian las nuevas agresiones medioambientales que viene sufriendo este pulmón verde de Bilbo en las tres primeras semanas de 2008, c0mo un vertido de hormigón en Ganeta o la circulación «incontrolada» de quads.

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Agustín GOIKOETXEA

Personas que recorren habitualmente Pagasarri han detallado nuevas denuncias de los impactos negativos que sufre este entorno natural dentro del término municipal de Bilbo, al parecer «con el beneplácito de los responsables del Ayuntamiento». Así, mencionan el vuelco de un camión hormigonera cuando llevaba material para la construcción de una torreta de telefonía en la cima de Ganeta, lo que generó un vertido, además los efectos de la llegada de maquinaria pesada con la que trataron de retirar el vehículo y el hormigón arrojado.

«La cuesta al Ganeta quedó arrasada de aceite, objetos y herramientas para tratar de reparar la avería», explican quienes pretenden preservar este tradicional área de esparcimiento de la capital vizcaina. El accidente tuvo lugar el 8 de enero, aunque resaltan que los trabajos de instalación de la nueva torreta de Ganeta -repleta de antenas y un repetidor- continúan afectando negativamente a esta cumbre.

No es el único caso sobre el que alertan. Las obras de construcción de la Variante Sur Metropolitana a su paso por Peñascal, en una fase de acondicionamiento del terreno previa al inicio de la excavación de los túneles que atravesarán el macizo, está motivando un intenso movimiento de camiones de gran tonelaje que a diario vierten toneladas de tierras en la antigua cantera.

En la parte alta de la vieja explotación se ha abierto una pista que linda con Artigas, «que ha arrasado un tramo corto de bosque de pinos». Las laderas de Arraitz, encima de Peñascal, han sido hormigonadas para evitar corrimientos de tierras mientras se trabaja debajo, lo que no gusta a los habituales de estos montes.

Además, para evitar el tránsito de camiones por zonas pobladas, «lo que podría haber provocado protestas vecinales», se han abierto nuevas pistas, lo que ha provocado más afecciones negativas. «Las laderas de Rastaleku, que recogen las aguas de varias regatas, que pocos metros más abajo conforman el famoso arroyo Elgera, han sido arrasadas», apuntan, lo que ha obligado a encauzar con prefabricados de hormigón el cauce en una de las regatas.

Pero no es la única consecuencia de la Supersur. En los últimos meses de 2007 se instalaron nuevas torres de alta tensión para desviar de Peñascal las líneas que salen desde la subestación de Larraskitu en dirección a Arraitz. «Para ello han derribado arbolado en Arnotegi con el fin de dejar paso libre a las líneas aéreas de cable», denuncian.

Sin noticias del Plan Especial

Mientras se suceden periódicamente las quejas ciudadanas por las agresiones medioambientales en Pagasarri, no hay noticias del Plan Especial que impulsó el Consistorio bilbaino. En él, por ejemplo, se citaba la necesidad de que las actividades humanas que se desarrollen en este entorno cada vez menos privilegiado no perjudiquen al entorno natural ni a los usuarios del mismo.

Esta falta de regulación y control permite el tránsito de quads, a gran velocidad, por pistas de Bentakorreta, Ganekogorta y Pagasarri. Unos montañeros se encararon el pasado domingo a un grupo de seis conductores de estos vehículos, que estaba haciendo trompos en la campa en la que termina el sendero de bajada de Goikogane y éstos, en vez de variar su actitud, estuvieron a punto de enfrentarse físicamente con las personas que se lo recriminaron.

Pero las afecciones no se circunscriben a los quads y motos, ya que desde Alonsotegi cada vez asciende más turismo; «llegan casi hasta la fuente del Tarín por la pista que sube de Ordaola», aclaran. La «culpa» la achacan a que consistorios como Alonsotegi y Arrigorriaga, cuyos términos municipales están dentro del macizo de Pagasarri, no impiden el acceso incontrolado de vehículos, tal y como hace Bilbo a cierta altura. «Esta claro que mientras otros ayuntamientos con intereses en Pagasarri y Ganekogorta no pongan interés en regular ciertas actividades en estos montes, quedará incompleto el factor de protección que se pueda conseguir para ellos», manifiestan.

En el caso de Ordaola, en Alonsotegi, censuran que «la oposición de los guardas de la Diputación a que se coloquen barreras que les obliguen a bajarse de su vehículo cuando realizan las inspecciones es uno de los motivos por los que en ocasiones se han retirado barreras caseras, que si bien no impiden que otros vehículos puedan pasar, sí evitaban que el ganado incontrolado pasara de unas zonas a otras». A juicio de los defensores de Pagasarri, es necesario que se establezca algún límite para impedir el paso de toda clase de vehículos.

Otro asunto que preocupa es la basura que se arroja, de modo que muchos parajes del macizo aparecen salpicados de pañuelos de papel, latas de bebida, botellas de plástico y cualquier tipo de basura que se pueda imaginar. Sirva como botón de muestra que el pasado sábado un grupo de empleados de BBK retiraron durante algo más de cuatro horas más de 400 kilogramos de basuras depositadas en las laderas de Pagasarri, en concreto en la vaguada de San Roque.

Los voluntarios se mostraron «asombrados por las cosas que tira la gente en un entorno natural como éste». Efectuaron esta declaración después de encontrar junto a plásticos, papel y cartón, latas de bebidas, así como de cristal, gran número de prendas de vestir, una batería de automóvil, decenas de pelotas de papel de aluminio y hasta una lavadora, que no fueron capaces de cargar por su peso.

La iniciativa de la entidad de ahorro vizcaina, según aclararon, no tenía relación con la marcha que anualmente realiza BBK a la cumbre de Pagasarri y que reúne a miles de personas. Este multitudinario acto, en opinión de montañeros y ecologistas, «no ayuda a preservar sino a fomentar un deterioro masivo e intenso de Pagasarri» a consecuencia del montaje que rodea su organización y la concentración humana que supone para esta zona verde.

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