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José María Pérez Bustero En nombre de Banatuz

Kutxa «top model»

La obra social debe dirigirse a inversiones, empleo y trato de los clientes más desfavorecidos. Penar a éstos no puede entenderse simplemente como psicología del ávaro, sino como un fraude social

Convertirse en top model, según manifiestan los técnicos del sector de la pasarela, no es mera cuestión de excelencia física: estar dotada de altura, cuerpo, cara y armonía perfectos. Lo esencial es fabricar la fotogenia y un marketing meticuloso. Esta dinámica del sector mediático, evidentemente, no debería ser empleada en otros campos. Pero, si nos trasladamos al sector financiero, encontramos una sorprendente afinidad. Precisamente en Gipuzkoa tenemos una empresa top model: Kutxa.

En la pasarela de la prensa del 14 de este mes de enero, la dirección de Kutxa expuso el balance correspondiente a 2007. Cada paso de dicho balance nos induce a percibir la gestión de la entidad como fotogénicamente perfecta: beneficio neto de 215,5 millones de euros (un 11,1% más que en 2006), ampliación de red de oficinas fuera de Gipuzkoa que alcanza el 57,5%, incremento de las cuentas a plazo, incremento de plazos de previsión, incremento de cuenta de resultados, incremento de préstamos hipotecarios, baja morosidad, altísima tasa de cobertura, incremento del uso de la banca on-line, de la red de cajeros... Esa gestión, sin embargo, una vez desmaquillada de su marketing, muestra un profundo error. La actual dirección imagina a Kutxa como simple entidad financiera, que busca básicamente ese tipo de resultados. No toma como substrato de su dinámica un análisis del entorno socio económico en el que surge y que le da su razón de ser. Opta solamente a cotos de caza.

Eso lleva a Kutxa a enormes desaciertos sociales. La ha llevado, por ejemplo, a fuertes inversiones en los últimos años en el negocio inmobiliario de la costa mediterránea, puestas en evidencia por la prensa, que hablaba incluso de la «trama vasca»0 en los polémicos proyectos urbanísticos de Lo Poyo y La Zerrichera, uno de cuyos promotores era Kutxa. Precisamente este mismo mes aparecía en los medios el nombre de un empresario, imputado «por fin» en el caso Malaya (por el juez instructor Oscar Pérez). y al que denominan «socio de Kutxa en Murcia».

Y esa concepción de Kutxa exenta de entorno ha llevado a su dirección a la modificación de las tarifas de mantenimiento y a la rebaja de intereses a pagar a los ahorradores, medida que hemos denunciado y contra la que se entregaron más de 800 firmas exigiendo su rectificación. En Kutxa saben muy bien que los resultados a exhibir hubieran seguido siendo muy altos sin esas modificaciones. Incluso se ha publicado que, al superar los beneficios el 10%, que sobrepasan la petición del Banco de España, la dirección ha tenido que camuflar como fondo para insolvencias una importante cantidad.

Si la dirección de Kutxa no quiere padecer el «síndrome de top model» no basta que dé un informe de resultados. Es necesario que presente el análisis del territorio en que nace, se atenga a sus obligaciones estatutarias y forme parte de una dinámica político y social. Tampoco es suficiente que se ampare en su «obra social», a la que habría aportado 78,9 millones. La obra social no es un simple porcentaje que expende automáticamente label de manos limpias. Hoy día las empresas visten de obra social una parte de su marketing y los gastos de marketing afectan a veces a sus beneficios netos. La obra social debe dirigirse a inversiones, empleo y trato de los clientes más desfavorecidos. Penar a éstos no puede entenderse simplemente como psicología del avaro, sino como un fraude social. Y eso, últimamente, es lo que viene practicando la Dirección de Kutxa y es lo que queremos cambiar.

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