SEGUNDA Balance
Y por fin, una temporada para vivir con tranquilidad
El Eibar ha recuperado estos últimos meses sensaciones olvidadas como pelear en Segunda División y, sobre todo, hacerlo con cierta tranquilidad
Amaia U. LASAGABASTER | EIBAR
Tras tres años de sobresaltos, el Eibar disfruta por fin de la tranquilidad. Que no es poco decir, teniendo en cuenta que se trata de la temporada de su regreso a Segunda A.
Si los inicios ligueros han estado siempre rodeados de incógnitas en un equipo acostumbrado a renovarse de arriba a abajo, qué decir este año, tratándose de un debutante en la categoría tras su paso por Segunda B. Con un hombre de la casa, y del pueblo, al frente, el mismo que capitaneó el ascenso, el Eibar volvió a conformar una plantilla repleta de caras desconocidas, jóvenes e inexpertas. Retomó, también, el discurso que le había mantenido tantos años en la categoría -permanencia, permanencia, permanencia- y aprovechó el subidón que se vivía todavía por el ascenso para crear un ambiente de confianza y optimismo. Un buen aliño para la materia prima con la que, una vez más, parece haber acertado Javi Pérez pese a las sabidas limitaciones del secretario técnico a la hora de fichar para un club que no puede rascarse el bolsillo si quiere cuadrar sus cuentas.
El acierto de los técnicos con la combinación -jugadores debutantes y experimentados, calidad y casta, juventud y veteranía-, la buena química de la plantilla con el entrenador y los resultados, que han acompañado prácticamente desde el principio, han permitido que el Eibar se haya movido casi siempre a lo largo de estos meses muy lejos de sus puestos de ascenso. Y haciendo disfrutar, además, a su afición, con un fútbol bastante alejado del habitual.
No en lo que respecta a trabajo y entrega, que siguen siendo santo y seña del equipo armero, pero sí en cuanto a calidad, con la aportación de jugadores como Joseba del Olmo, Lluis Codina o Natxo Insa. Y, sobre todo, en cuanto a ambición. Se acabaron los «autobuses» o los «reyes del empate» -el Eibar es el segundo equipo que menos igualadas ha firmado esta temporada- para un equipo que siempre sale a por la victoria. «Creo que se nota la personalidad de Manix -asegura Joseba del Olmo-. Siempre va de cara y el equipo es así también, siempre sale a por los tres puntos, sin especular con nada».
El bloque
Claro que si se le pregunta al técnico, la clave de este equipo pasa por el bloque.
Y no le falta razón. Las lesiones no se han portado especialmente bien con los eibarreses que, semana tras semana, ha visto cómo iban cayendo jugadores imprescindibles. Imprescindibles hasta que sus sustitutos han demostrado que no lo eran, claro.
Lo cual no impide que Javier Mandiola tenga muy claras sus preferencias. Jugadores como Cuéllar, Urzelai, Raúl García -ha disputado todos los minutos de Liga-, Carmelo, Lombraña, Codina y Del Olmo tienen su puesto asegurado. La cruz es para Nico Medina, Gurrutxaga, Eizagirre o Martino, a los que incluso les cuesta conseguir oportunidades para reivindicarse.
Salen las cuentas
Pocos peros se le pueden poner, de todos modos, al entrenador a la hora de repartir minutos, teniendo en cuenta que los resultados le avalan.
Pese a sus problemas para matar los partidos -la principal pega de este Eibar, sin duda, que ha visto escapar ocho puntos en los últimos minutos de los partidos-, la trayectoria del conjunto armero cumple de sobra con las expectativas.
Con 29 de los 50 puntos necesarios para la permanencia conseguidos en el ecuador liguero, el Eibar cuenta, además, con un colchón de nueve puntos sobre el descenso que, por primera vez en mucho tiempo, debe permitirle acabar la temporada con absoluta tranquilidad.
Los ingredientes han «casado» desde el principio. El «subidón» del ascenso permitió crear un ambiente de optimismo, desde la secretaría técnica se acertó con los fichajes y la química entre entrenador y plantilla funciona.